Ensayos
"Ensayos y Reflexiones" forma parte de los documentos y referencias académicas realizadas en lo referente a la filosofía en general, mediante una serie se selecciones reflexivas y enmarcadas en la eclética fenomenológica."Ensayos y Reflexiones" enfoca la enseñanza de la filosofía con estilo andragógico significativo, aunque por diversos estilos y métodos de instrucción, algunos las pretenden enseñar con pedagogía, sin entender los requisitos mínimos de las edades y su contexto histórico-cultural. eN En esta oportunidad, hablemos de lo medieval.
(Página en CoNsTrUcCiÓn)
Autor: Prof. Francisco J. Cáceres.
-SEMINARIO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL -
PROF: ALEX VILLAMIZAR[1]
-MARZO DE 2018-
Teoría de Las Razones Seminales[2]
según San Agustín
Basado en el texto de Gilson Etienne.
1.- De la terminología fundamental para
entender el texto[3].
Aristotelismo: Representa la presencia (o
influencia de ideas) de Aristóteles en el pensamiento posterior a él. El
Diccionario filosófico (2003) explica que “se refiere a aquellos autores que
siguen, continúan, o transmiten, en todo o en parte, las ideas contenidas en
las obras de Aristóteles” (p.4). Santo Tomás cristianizó la filosofía de
Aristóteles.
Compuesto de materia y forma: Estas dos no existen independientes,
la una de la otra, en tal sentido, las dos constituyen un todo sustancial, un
solo ser, y no se pueden separarse, tal como no pueden separarse:
·
Una
estatua: el mármol y la figura; ó
·
Un
animal vivo (existente): sus órganos y sus funciones...
La combinación de
materia y forma es fundamental, que se admiten recíprocamente, esto es: en el
mundo físico no puede haber materia sin forma ni forma sin materia
Creación ex nihilo: Según el diccionario filosófico (2014), señala que es
el “acto de dar existencia a algo a partir de la nada. De acuerdo con la
teología tradicional cristiana,… El Génesis afirma que el universo y todas las
criaturas vivas, incluyendo los seres humanos, fueron creados en el plazo de
seis días” (p. 218)
Forma:
Es el principio de especiación, referente a que la forma “hace” la especie
(Hombre, gato, silla, etc), siendo universal. Según Ficus (2009), “Aristóteles
distingue entre dos tipos de materia (prima o segunda) y dos tipos de forma
(sustancial y accidental), [su fórmula sería]:
[1]
Se tomará la metodología de análisis de texto según lo aprehendido por el
Profesor Francisco Santa Dara, Titular de la UCSAR.
Materia:
Es el principio de individuación, referente a que la materia “hace”
el individuo (este hombre, este gato, esta silla, etc.), siendo
singular. Cita Ficus (2009), un ejemplo entre la diferencia de forma y materia,
así pues, “Sócrates y Platón son de la especie “Hombre”
<comparten la misma forma sustancial>... pero son individuos distintos
<tienen materias distintas>” (p.24)
Platonismo: Representa la presencia (o
influencia de ideas) de Platón en el pensamiento posterior a él. Los
rasgos característicos más señalados de estas doctrinas, según el Diccionario
filosófico (2003), “se refieren a la metafísica, la teoría del conocimiento, la
antropología, la ética y en estética” (p.32). Es importante señalar los dos
mundos: Mundo Sensible (naturaleza) y Mundo Inteligible (de las Ideas). San
Agustín cristianizó a Platón.
Teoría hilemórfica
de Aristóteles:
(del griego hyle = materia;
y morphé = forma), es una teoría que explica la realidad física (de la
naturaleza, mas no, espiritual), la cual sostiene que todas las cosas están
compuestas de materia y forma.
Rationes Seminales: La doctrina de las “rationes seminales” permite explicar la generación en el mundo
físico. Dios crea el mundo de la nada, alcanzando como modelo para formar los
seres las ideas como arquetipos que se hallan en su mente (ejemplarismo), pero
los seres creados con materia (polvo por ejemplo), no son perfectos, debido a
que la materia es imperfecta. Por otra parte, la creación no es instantánea,
pues Dios coloca en la materia los gérmenes latentes (“razones seminales”, o “semillas
divinas”), que están en permanente desarrollo, y gracias a la Providencia
divina, alcanzan la perfección. El mundo no tiene principio en el tiempo, sino
que germina con él.
Sustancia:
Según Aristóteles, la sustancia (ousia),
en sentido riguroso, es “aquello que
existe en sí y no en otra cosa”. Según esta tesis, sólo los
individuos concretos son auténticas sustancias, pues sólo el
compuesto materia + forma tiene existencia real independiente: No hay otra
cosa (o Ser), que puede existir, si no es en dicho compuesto (excepto Dios, que
es pura forma)... No obstante, “el estagirita” atribuye también la
denominación de sustancia a las formas sustanciales...
Sustancia Primera: Según Ficus (2009), dice que Aristóteles llama así al Ser
Físico Individual, (el individuo concreto) es la sustancia en sentido estricto:
lo verdaderamente real. Los cuatro elementos de Empédocles (agua, aire, fuego,
tierra), son las sustancias primeras más simples que existen en la naturaleza.
Acoplados entre sí, y con una nueva forma sustancial, estos 4 elementos
dan nacimiento a una multitud de sustancias. Por lo tanto, la sustancia primera
es cada individuo concreto. Verbi gracia: el Ser Sócrates;...
Sustancia Segunda: Sería cada forma sustancial o cualidad esencial, por
ejemplo: el Ser hombre... Ahora bien, ésta segunda sustancia, sale de la
primera. Ficus (2009) señala que si pudiéramos sustraer a cada una de
estas sustancias simples “de su forma sustancial [,] nos quedaríamos con la
materia prima (pero eso es imposible)... Todas las demás sustancias primeras
que encontramos en la naturaleza se componen de materia segunda y forma
sustancial...” (p. 26)
2.- Desarrollo histórico del problema
A partir de la teoría
de la composición hilemórfica, enunciada por Aristóteles, la aparición de
nuevos seres en el mundo físico se presenta como la reproducción de nuevas
formas que preliminarmente no existían. La materia, reemplazada por una forma
específica, hace capaz al sujeto de desarrollarse en una substancia de
naturaleza distinta a la que es (evolucionismo darwiniano). No obstante, si
toda generación es por definición la manifestación de nuevas formas
substanciales, éstas deben empezar a existir una vez alterada su forma[1]
precedente, pero ¿hay enlace entre ellas? Desde la experiencia nos es probado a
simple vista, y sobre todo, en el caso de los organismos vivos, pues cuando
reproducen un ejemplar de su misma especie pero distinto en número en afinidad de
sus progenitores. Se pudiera dar, una respuesta es negativa, donde no se
encuentre una relación entre ellas, “se concluiría pues, que la nueva forma es
creada, por ello muchos filósofos medievales han relacionado la doctrina de las
rationes seminales con formalidades preexistentes en la materia, que actúan
junto con otro agente para concebir la nueva forma” (Mayocchi, 2016, p.101). De
hecho, una semilla es en acto, una semilla, pero es en potencia, un árbol.
Por otra parte, recordemos
que Platón apoyó la idea de la eternidad del mundo sensible
(natural-exterior), éste no tendría ni principio ni fin; contrariamente
a San Agustín, el mundo fue creado (en 7 días) y tendrá un fin (El
Apocalipsis); además, existe otra contradicción con Platón, pues éste último
afirma en su obra “Timeo”, que el “Demiurgo” solo ordenó el Caos existente y lo
llevó al orden, mientras que para San Agustín, Dios crea el mundo sensible a
partir de la nada. (creación ex nihilo)
y al ser creados por Dios, el mundo sensible (material), tiene una naturaleza
“buena y positiva”, contrariamente al pensamiento de Platón, quién concibió a
dicho mundo como una cárcel, de la cual, tenía que deshacerse, pues solo el
mundo inteligible era el auténtico y de todas las ideas, había una superior a
todas ellas, es decir, “la idea del bien”, ampliando que las ideas no tienen
materia, son eternas y no se pueden conocer a través de los sentidos. San
Agustín tomará la palabra de Platón acerca de la máxima idea (la idea del bien)
y la asociará con Dios, creador de todo, que construirá un máximo bien, creando
todo lo que es y hay en el Universo. Pues “para crear el mundo. Dios no ha
tenido más que decirlo; al decirlo, lo ha querido y lo ha hecho. De una sola
vez, sin sucesión de tiempo, ha hecho existir la totalidad de lo que fue
entonces, de lo que es actualmente y de lo que será en adelante.” (Étiene,
1976, p. 125).
Así pues, se deduce
que las rationes seminales parten del problema de la creación. San Agustín
siendo cristiano, se escuda en la Biblia y discierne, a partir del libro
del Génesis, capítulo I y II, la narrativa de la creación del Universo, así
como la del hombre; en tal sentido, Étienne (1976) escribirá que “Dios[2],…no ha
desplegado su acción creadora a través del tiempo. [Por lo tanto, se expresa] por
completo en su Verbo, [que] contiene eternamente en Sí los modelos arquetípicos
de todos los seres posibles, sus formas inteligibles, sus leyes, sus pesos,
medidas y números.” (p. 124). Es decir, San Agustín parte de la existencia de
modelos originales (o moldes). Del primer mono (por ejemplo), saldrán los
siguientes monos y de una vaca gorda, saldrán becerros gordos, a esto, hoy en
día, se le llama “genética”. Con ello se resolverá el problema del “huevo y la
gallina”, ¿quién fue primero? Según la concepción Agustiniana, será la
“gallina” por ser el “molde arquetípico”,
pues “todos los seres futuros han sido, pues, producidos desde el
origen, junto con la materia, pero en forma de gérmenes (rationes seminales) que
debían o deben aún desarrollarse en el decurso de los tiempos, según el orden y
las leyes que Dios mismo ha previsto.” (Étiene, 1976, p. 125)
El hombre (cuerpo) no
constituye una particularidad a esa regla (en condiciones normales, nacer,
reproducirse y regresar al polvo), a no ser en lo concerniente al alma. Platón
en el “Fedón”, presentó al alma como sustancia simple, indivisible e inmortal. Adán
y Eva, así como los cuerpos de todos los hombres posteriores, estaban desde el
origen, en potencia, en la materia; invisiblemente, causalmente, de igual modo
que se encuentran en ella todos los seres futuros que aún no han sido hechos,
pues Dios ha puesto las rationes seminales.
3.- De las “Rationes Seminales”
en San Agustín.
Dice Campomanes
(1995) señala enfáticamente que “la luz divina es excesiva para el
entendimiento humano” (p.115). ¿Qué insensato llegaría a su entendimiento? En
Éxodo 3:14 aparece la frase: “Yo soy el que soy…”, esto equivale (para San
Agustín) decir que Dios es el Ser o la “esencia inmutable”[3]. El su
libro, La ciudad de Dios (VIII, 11) aparece: “…todo cuanto se muda no conserva
el Ser; y cuanto es susceptible de mutación, aunque no varié puede ser lo que
no era antes. En consecuencia, sólo aquel que no cambia ni puede cambiar es
verdaderamente el Ser” (Ibídem, p. 115).
La premisa “el único
inmutable es Dios”, trae como consecuente argumentativo, que la “mutabilidad”
de todas las cosas, deben ser modificables, sí no, serían inmutables, caso que
generaría una contradicción lógica de dicha premisa. Además, San Buenaventura
coincidirá con San Agustín en que el mundo no es eterno, es creación divina,
tiene principio y fin, tal como lo habíamos dicho anteriormente en la
terminología del presente informe de lectura. “Dios ha creado el mundo por su
palabra,…y ha depositado en la materia los gérmenes de todos los seres futuros,
los cuales aparecerán en el momento querido por Dios” (Campomanes, 1995, p.116),
pero no se trata de una “evolución darwiniana”, sino, siendo la creación un acto
único, provoca efectos sucesivamente en el tiempo. Por ejemplo, Dios creó la tierra
(polvo), es decir, la materia de la cual se compone el cuerpo humano, pero la tierra
ya tenía dentro de sí, en potencia, la capacidad de formar el cuerpo humano[4].
Así pues, los
problemas enlazados con la naturaleza (el universo y el hombre), son iluminados
en San Agustín, fundamentando su conexión, con la problemática de la creación. Dios
es el fundamento de todo lo que es, en cuanto es el “Ser”, El cambio presente
en el mundo (planeta), muestra que él no es “Ser” y que tuvo que ser creado
(dicho planeta). Dios ha creado todo a través del “logos” (Verbo, señala San
Agustín), que contiene en sí las ideas o razones inmutables de las cosas. En
este punto, San Agustín refuta a Platón, (quien había colocado las ideas en un
mundo inteligible). En efecto, si así fuese, Dios quedaría solo como “concepto
y sería nominal”, argumento que San Anselmo demostró que no solo es “concepto”,
sino existencia. Dios no puede quedar solo en la mente, tal como una sirena sí
queda en ella, Dios es para San Anselmo y San Agustín: Real.
Ahora bien, si
razonamos que la creación de las cosas se produce de la nada[5] (ex
nihilo), esto es, no de la substancia de Dios y tampoco de algo preexistente,
entonces la realidad puede proceder de otra por tres vías, que San Agustín
llama:
·
Por generación: En este caso se procede
de la substancia misma del generador, como la hija deriva de la madre, y configura
algo semejante al que lo fecunda.
·
Por fabricación: Éste deriva de algo
que preexistía fuera del que “la fabrica”, como ocurre en todas las cosas que
produce el hombre: una mesa, una silla,…
·
Por creación de la
nada absoluta (ex
nihilo): Esto es, ni de la exclusiva y personal substancia, ni de una
substancia exterior.
Finalmente, sabemos
que San Agustín concuerda con Platón, en que las ideas están contenidas en la
razón (en este caso, desde la mente de Dios), pero cómo es Dios, se ubica en el
logos. Por ello, San Agustín las distingue con las razones seminales. Por
cierto, algunos padres de La Iglesia Católica, como Orígenes (por ejemplo), pensaban
que la Creación del mundo era “eterna, puesto que de otro modo ella implicaría
un cambio en la voluntad divina” (Desiato, 1995, p. 126). Desde aquí, San
Agustín se pregunta entonces: ¿qué hacía Dios antes de la Creación?, ante lo
cual argumentará que, antes de la Creación no existía el tiempo y no podía, por
consiguiente, existir un antes, con lo cual la pregunta carecería de sentido. San
Agustín ahora se preguntará: ¿qué es el tiempo? Sin lugar a dudas, piensa que
no es una realidad estable. “El pasado es tal, porque ya no es, el futuro es
tal porque todavía no es; y si el presente no fuera traspasado continuamente
por el pasado, no sería presente sino eternidad” (Ibídem, p.126). El hombre
consigue medir el tiempo, puesto que disertamos de un tiempo más breve
(segundos por ejemplo) y de uno más largo (años). Pero, ¿cómo y dónde logramos
efectuar esta medida? San Agustín revela que esto lo sabemos por el alma
instalada en nuestros cuerpos. Por consiguiente, el hombre contantemente almacena
la memoria del pasado y la expectativa del futuro. “El pasado, según vimos, no
es más, pero la memoria de él permanece; el futuro aún no es, pero existe la
esperanza del futuro, el presente huye en un instante, pero permanece en el
alma la atención por las cosas presentes” (Ibídem, p.126). Por todo esto, la
realidad del tiempo es la duración del alma, es la continuidad de la vida
espiritual que unifica los tres tiempos. El tiempo no tiene otra realidad que
aquella que encuentra en la vida interior del hombre. Así pues, San
Buenaventura coincide con San Agustín en que “el mundo no es eterno”. La conclusión
en San Agustín de una creación, es verdad de fe y verdad de razón y sus “rationes
seminales” (además de la teoría de las ideas), induce a razonar que Dios no crea todo de una forma ya
actualizada, sino que inserta en lo creado, las simientes o gérmenes de todas las cosas posibles, que
más adelante, con el pasar del tiempo, se irán desarrollando de forma gradual,
en diferentes modos y con diferentes “accidentes de distintas circunstancias”. Así
pues, se concluye que Dios empleó la materia, y a su vez, creó una manera posible
de todas las probables actualizaciones de sus creaciones originales, infiltrando
(sembrando) en ellas, las razones seminales de todas las cosas. La evolución
del mundo en el transcurso del tiempo no es más que la actualización y la realización
de dichas razones seminales.
Referencias
Consultadas
Desiato, M. (1995) Lineamientos de Filosofía. UCAB,
Caracas.
Diccionario de Filosofía (2014). Akal Editores, Madrid, España. Disponible en línea en
http://josemramon.com.ar/wp-content/uploads/Diccionario-Akal-de-Filosofia.pdf
[1] Formas
accidentales.
[2] Por estar dotado de suprema
inmutabilidad.
[3]
Inalterable, Invariable, Indestructible, Imborrable, Inextinguible,
Inmodificable, entre otros atributos.
[4]
Génesis, 3:19
[5]
La pauta, más adelante se convertirá en canónica, llamada “ex nihilo sui et
subiecti” (de la nada y el sujeto)






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