Kant: Ideas para una historia universal en clave cosmopolita
Ensayo
"Ensayos y Reflexiones" forma parte de los documentos y referencias académicas realizadas en lo referente a la filosofía en general, mediante una serie se selecciones reflexivas y enmarcadas en la eclética fenomenológica."Ensayos y Reflexiones" enfoca la enseñanza de la filosofía con estilo andragógico significativo, aunque por diversos estilos y métodos de instrucción, algunos las pretenden enseñar con pedagogía, sin entender los requisitos mínimos de las edades y su contexto histórico-cultural. En esta oportunidad, hablemos de la historia, según Kant.
Dedicado el ensayo a Cosette.
Ideas para una historia universal en clave cosmopolita
(Página en CoNsTrUcCiÓn)
-FILOSOFÍA DE LA HISTORIA -
-PROFESORA Y LICENCIADA: LIZDARIBETH TORREALBA[2]
-FEBRERO
DE 2018-
Basada en la obra de Kant y según en la Traducción de
Concha Roldan Panadero y Roberto Rodríguez Aramayo.
A modo de
presentación:
Según la
perspectiva de Kant, existe un aparente “hilo conductor” de la “naturaleza”, el
cuál teje con cierta intención, a la “especie humana”, encauzándolas por sus
leyes, tal como suele suceder, con “la libertad de la voluntad, las manifestaciones
fenoménicas…, las acciones humanas, [y todas aquellas que] se hallan
determinadas conforme a leyes universales de la Naturaleza, al igual que
cualquier otro acontecimiento natural” (Kant, 1994, p. 18). Kant reconoce que
nuestra especie no se comporta como “abejas” o ciertos “castores”, incluso,
distingue las diferentes personalidades y caracteres que conforman la sumatoria
del conjunto de toda la composición cosmopolita (humanidad) y que por
tal motivo, pereciera ser que la historia, no pudiera tener un plan racional
concebido o “globalmente concertado”, de acuerdo a nosotros mismo, pero que
sin embargo, (y he aquí la tarea del filósofo, encontrar dichas respuestas), a
la presunción de la naturaleza, que pareciera conducir la historia universal “conforme
a un determinado plan [de ella misma]” (Ibídem, p. 19), por lo tanto, la
historia podría pensarse que está regida por leyes de la naturaleza, tal como
análogamente se podría explicar las leyes de la física de los movimientos
planetarios, cuyas trayectorias son elípticas y que a su vez presentan
particularidades (incluso, Mercurio con su movimiento retrógrado y las
múltiples alteraciones del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter), dicho
fenómenos siguen y se mueven sin excepción, en armonía dinámica, según la
ley de gravitación universal[3],
es decir, a una ley natural. Así pues, cabe preguntarse, ¿pretendió Kant asumir
una posición idealista en la que la sumatoria de todas las libertades de voluntades
(llámese sociedad), se cumplieran con un carácter predictivo, y por ende,
encausar el rumbo de una historia universal?, ¿seguimos “el propósito de la
naturaleza” y no de nuestra “libre voluntad”?, ¿la voluntad individual está
subordinada a la voluntad colectiva de la sociedad?, ¿nosotros controlamos la
naturaleza o es ella la que nos controla?, ¿qué tan libres somos de la
naturaleza, o seguimos siendo dependientes de ella?, y por último, ¿Kant proyectó
sistematizar ese “hilo conductor” natural que guía al hombre, con el propósito
de dirigir la historia universal del mismo?, y de ser así, ¿de qué forma los
hace?. A continuación, abordaremos dichas interrogantes, mediante los nueve
principios kantianos escritos en 1784.
Primer Principio: “Todas las disposiciones
naturales de una criatura están destinadas a desarrollarse alguna vez
completamente y con arreglo a un fin” (Kant, 1994, p. 19), por lo tanto, todo
organismo tiene una función como principio natural y al no desarrollarse (o
poderse desarrollar), presenta ante sí misma, una contradicción teleológica[4] de
la misma naturaleza. Verbi gracia, no tiene sentido natural alguno, que el
género femenino (de todas las criaturas mamíferas) no logre desarrollar el
proceso de gestación embrionaria de su propia especie y por ende, se cause la
desaparición de la misma. Igualmente un profesional que no pueda ejercer a
plenitud su vocación, se le impida trabajar dignamente, se le destruya su
capacidad económica-adquisitiva, se le quite toda motivación alguna, entre
muchas otras, sin duda alguna, se tendrá como resultado indiscutible, un
profesional frustrado que se le ha impedido desarrollarse completamente; a este
respecto, la opción o solución angustiante, sería huir de dicho ambiente
destructor y lograr conseguir uno más favorable, que de acuerdo a sus intereses
académicos y personales, le den estabilidad psíquica, económica y moral para poderse
desarrollar correctamente, es así como la naturaleza lo ha previsto y hace que
emigren. ¿Acaso los búfalos del África no recorren cientos de kilómetros para
hallar un manantial?, ¿acaso las tortugas no depositan sus huevos en tierras
lejanas para perpetuar su especie?
Segundo Principio: “En el hombre (como única
criatura racional sobre la tierra) aquellas disposiciones naturales que tienden
al uso de su razón sólo deben desarrollarse por completo en la especie, mas no
en el individuo” (Kant, 1994, p. 19), en tal sentido, alguien que pretenda
estudiar física “desde cero, por sí mismo” es imposible. Todo estudiante de
física sabe que necesita saber de otros “que ya estudiaron”, por ejemplo, la
segunda ley de Newton dice que la fuerza es proporcional al producto de la masa
por la aceleración, pero si se detiene a detallar esto, no avanzaría mucho,
debido a que a la humanidad le costó centenares de siglos llegar a: F
= m
. a (F = fuerza; m = masa y a = aceleración), pero
aún llegando a este punto, sabemos que dicha ley no es válida para todos los
espacios, he aquí que aparece la “cuántica”. Por lo tanto, el progreso del ser
humano es global, no particular. No puede pretender un “individuo” aprehender
todo, debido a que sería imposible, pues el hombre es finito, tiene límite en
su existir y no le alcanzaría toda una vida para leer (por ejemplo), todas las
obras filosóficas. Con el trascurrir del tiempo, cada generación deja un legado
a la otra, contribuyendo de esta forma, a que la parte racional de cualquier
estudio, se desarrolle continua y progresivamente.
Tercer Principio: “La Naturaleza ha querido que
el hombre extraiga por completo de sí mismo todo aquello que sobrepasa la
estructuración mecánica de su existencia animal y que no participe de otra
felicidad o perfección que la que él mismo, libre del instinto, se haya
procurado por medio de la propia razón” (Kant, 1994, p. 19), así pues, la
naturaleza le ha dado al hombre, el uso de la razón, ésta a su vez puede llegar
a obtener la libertad de la voluntad, si la sabe llevar a buen término,
alejando de sí, sus instintos y pasiones, en cierta forma, controlándolos. A
veces, una persona ejemplar (tanto en ética como en conducta), presenta
conflictos internos de “quererse comportar mal” (salir a beber, bailar con
gente extraña, incluso, querer amanecer en brazos no tan conocidos…jajaja),
pero inmediatamente, la razón debe actuar para evitar “males mayores” que irían
en contra de nuestra propia libertad, una libertad que hace que construyamos
nuestro propio destino, a través de un sano juicio, es decir, de una razón, que
nos haga dignos en nuestro actuar, de nuestro bienestar y por supuesto, de
nuestras vidas; esto a su vez, se complementa con las nuevas generaciones, pues
le transmitimos la ética necesaria con una mejor preparación, tanto de la
experiencia como del raciocinio. ¡Un buen ejemplo debemos dejar a la humanidad!
Cuarto Principio: “El medio del que se sirve la
Naturaleza para llevar a cabo el desarrollo de todas sus disposiciones es el
antagonismo de las mismas dentro de la sociedad, en la medida en que ese
antagonismo acaba por convertirse en la causa de un orden legal de aquellas
disposiciones” (Kant, 1994, p. 20), en tanto que se presenta una sutil e
inquietante dualidad social (llámese antagonismo); la primera lo llevará a
compartir con “el otro”, a socializarse y sentirse incluido en sociedad, ésta a
su vez lo ayuda a desarrollar sus potencialidades (la escuela, el trabajo, las
reuniones, entre muchas), así como su interacción en las “redes sociales”, que
evoca esa “necesidad del otro”; en la segunda sabe que necesita “aislarse”, pues
la misma naturaleza lo hizo propenso a desarrollar ambición y dominio sobre cuestiones
que podrían considerarse volubles, así pues, entra en conflicto las tensiones
de fuerza de ambición y resistencia que debe manejar con prudencia todas las
variantes que le otorgue la vida.
Quinto Principio: “El mayor problema para la
especie humana, a cuya solución le fuerza la Naturaleza, es la instauración de
una sociedad civil que administre universalmente el derecho” (Kant, 1994, p.
21), pues habiendo, una posible, alarmante y probable “salvaje libertad” en los
individuos, se necesita entonces unas “leyes externas” que lo controlen; es
decir, una “constitución civil” que sea justa y que administre universalmente,
el “debido derecho”. Esa tarea, según Kant, la ha dejado la naturaleza al
hombre, con la finalidad de edificar una justa sociedad, basada en el respeto
de la suprema libertad y un eficaz orden social. Todo esto producto de la
insociabilidad del hombre, que lo lleva a auto-disciplinarse y desarrollarse,
según el empuje que ha brindado la misma naturaleza.
Sexto Principio: “Este problema es al mismo
tiempo el más difícil y el que más tardíamente será resuelto por la especie
humana” (Kant, 1994, p. 21), esto es consecuencia de la misma existencia
humana. No hay en el mundo un “hombre perfecto” que logre garantizar y
suministrar una decisión correctamente justa. La dificultad radica pues, en
seleccionar acertada e idóneamente a los jueces, que lleven a cabo el
cumplimiento de las leyes. En tal sentido, el hombre necesita de un modelo a
seguir (Kant logra llamarlo Jefe Supremo, sin dejar de ser hombre) y como
ningún hombre llena este requisito, entonces se necesitará al menos, que se
aproxime a dicha idea de perfección, para así impartir justicia. Ésta tarea es
muy difícil de cumplirla y se necesitarán mucho tiempo para aproximarnos a
dicho ideal, que según el mismo Kant, debe tener al menos tres requisitos este
modelo de juez-ciudadano: manejar conceptos del derecho, tener una amplia
experiencia y aceptar la constitución con buena voluntad.
Séptimo Principio: “El problema del
establecimiento de una constitución civil perfecta depende a su vez del
problema de una reglamentación de las relaciones interestatales y no puede ser
resuelto sin solucionar previamente esto último” (Kant, 1994, p. 22), se aborda
entonces, el problema de la incompatibilidad de las diferentes conglomeraciones
civiles y sus diversas políticas, que remueven nuevamente los antagonismo que
se venía viendo en los individuos, pera ahora, a mayor escala colectiva y vistos
desde las grandes sociedades a los diversos Estados y éstos a su
vez, a una Confederación de Pueblos, que llegado al caso, se podría garantizar
que:
“…el Estado más
pequeño pudiera contar con… su seguridad [ , ] como su derecho no dependiera de
su propio poderío o del propio dictamen jurídico, sino únicamente de esa
confederación de pueblos, de un poder unificado y de la decisión conforme a
leyes de la voluntad común” (Kant, 1994, p. 22)
Para llegar a
este nivel, cada Estado debe renunciar a su salvaje condicionamiento
belicoso, obligándolos a buscar la paz y la anhelada seguridad jurídica,
común a todos ellos (los Estados), dentro de una “Constitución Civil” y una “Legislación
Externa”, producto de las interrelaciones de Estado y fruto del consenso
colectivo entre ellos mismos. Kant considera que para llegar a esta etapa de
una “Confederación de Pueblos”, se necesita mucho “ensayar”, pues destaca que
hemos sido cultos, gracias a las artes y las ciencias, pero para alcanzar dicha
empresa (La Confederación), tendríamos que considerarnos “moralizados”,
algo que para la época[5],
no se había alcanzado[6],
así pues, vemos cómo las guerras sigue siendo el motor salvaje de muchas
Naciones-Estados y como es conocido, ya pasamos por “dos Guerras Mundiales” y
“una Guerra Fría”. Actualmente hay fuerte tensiones combativas en Siria,
Afganistán, Ucrania y Corea del Norte, sin olvidar la “amenaza inusual y
extraordinaria” de nuestra región. Por lo tanto, para llegar a la “Constitución
Civil” y coordinada por una “Legislación Externa”, las
Naciones-Estados deben abandonar “su estado de naturaleza belicosa”[7] y
lograr una pronta armonía de tranquilidad, mediante acuerdos de convivencia y
relaciones Inter-Estatales que faciliten el establecimientos de una legislación
universal.
Octavo Principio: “Se puede considerar la
historia de la especie humana en su conjunto como la ejecución de un plan
oculto de la Naturaleza para llevar a cabo una constitución interior y —a tal
fin— exteriormente perfecta, como el único estado en el que puede desarrollar
plenamente todas sus disposiciones en la humanidad” (Kant, 1994, p. 23), en tal
sentido, se pretende conformar, después que hemos atravesado las diversas
dificultades asumidas en el “séptimo principio”, se produce con el devenir de
la naturaleza, “los brincos históricos”, de las llamadas “sociedades civiles”,
al único “Estado de Ciudadanía Cosmopolita Universal”. Así pues, la
Unión Jurídica Cosmopolita Universal, hará que la libertad, la equidad y la
justicia en el ciudadano, vaya adquiriendo y alcanzando (con el transcurrir del
tiempo), grados superiores de mejoramiento, conducta y costumbres, es decir, su
ética y moral se fortalecen.
Noveno Principio: “Un intento filosófico de
elaborar la historia universal conforme a un plan de la Naturaleza que aspire a
la perfecta integración civil de la especie humana tiene que ser considerado
como posible y hasta como elemento propiciador de esa intención de la
Naturaleza” (Kant, 1994, p. 24), por lo tanto, ella misma (la naturaleza) ha provisto un secreto mecanismo de
disposición, ordenación y restauración de la historia humana, de forma que su
efecto propulsor e incentivador, derivado de las constantes
luchas antagónica
(del ser humano), a través del tiempo, ha logrado configurar un “plan histórico
para él mismo”. Pareciera pues, que ella (la naturaleza), hace que el hombre
“ensaye” su existir, deja que cometa errores y que de éstos mismos, logre
aprehender, estimar y valorar su devenir, para así presentar ciertas mejorías
en sus posteriores generaciones y que éstas a su vez, produzcan los progresos
indetenibles, que son constantemente mejorados por las nuevas generaciones. Ciertamente
podríamos inferir que la naturaleza tiene “los hilos conductores” que tejen la
historia universal, una historia que se ha desenvuelto por aciertos y
desaciertos, pero que a la larga, la naturaleza empuja al mismo hombre a ser
libre en sociedad, a manejar su vida respetando al otro, controlando su
arbitrio, sus deseos y pasiones, solo así, se puede vivir con justicia y
dignidad.
A modo de opinión:
Kant pensó en
las dificultades para llevar a cabo sus “ideas para una historia universal en
clave cosmopolita” y definitivamente quedaría muy consternado con dos
principios, a saber, el del antagonismo reinante en el hombre que está en
constante lucha entre lo que comparte en sociedad y entre sus propios anhelos y
deseos; por otra parte, tenemos su consecuente, su reglamentación como
problema a resolver, pues, al igual que
como sufre el hombre, los Estados-Naciones presentan mutuo miedo por el “otro”,
tal es el grado que se llenan de armamento para protegerse y pregonan
insensatamente (según la visión Kantiana), “sí quieres la paz, prepárate para
la guerra”, he ahí, el bloqueo que detiene el progreso de la historia humana,
pues esto no permitiría fundar un Estado Cosmopolita que logre sacar al hombre
de “su estado de niñez”.
Recordemos que
en el derecho kantiano hay dos elementos claves en el individuo, por una parte,
el arbitrio, éste apunta a lo
externo del mismo[8],
de forma libre; mientras que por el otro, la
voluntad apunta a lo interno, siendo auto-determinado, muy personal y
al provenir de la pura razón, atiende a las máximas universales. Es curioso lo
que expresa un prestigioso abogado venezolano, muy conocido por el Dr. Carlos
Jorge (quién le dio clase a su esposa), el abogado Naranjo (y citado en el
curso de filosofía del derecho del Profesor Adames), al decir que el derecho
“es un conjunto de las condiciones por las cuales, el arbitrio de cada uno
puede coexistir con el arbitrio de los demás, según una ley universal de
libertad” (1975, p.22), por lo tanto, el respeto mutuo debe permanecer
constantemente, el respeto a mi libertad y a la libertad del otro. Por otra
parte, en análisis III, se estudio la "fundamentación de la
metafísica de las costumbres"[9] y
se decía que la voluntad define un carácter que infunde respeto en la elección
de nuestra libertad, ella prácticamente, mantiene un equilibrio de
autodeterminación, que no se encauza hacia comportamientos inaceptables y que
pone la medida de lo justo; a su vez, en la elección de decidir, se permite
ejercer la libertad, asumiéndose con responsabilidad, acatando las convenciones
o normas, que responden a los parámetros del comportamiento de convivencia
ciudadana. El arbitrio ejerce el libre albedrío; la voluntad, el compromiso en
la Ley Universal.
Ahora bien, sí las
leyes provienen de la voluntad, mientras que las máximas proceden del arbitrio,
entonces según Kant, las leyes obligan tanto en libertad de mi arbitrio,
como en mi voluntad, bajo el manto de la razón. Ese conjunto de leyes que son
susceptibles a una legislación externa, se le llama derecho. La noción del
derecho obliga jurídicamente a cumplir las leyes positivas, que incluyen las
leyes naturales. Estas leyes imponen obligación con el deber y controlan el
arbitrio, es decir, le pone límites, por ello, estamos obligados a acatar las
leyes de un Estado Civil en particular y más sí se llevan a un Estado
Cosmopolita como pretende la naturaleza.
Francisco Javier
Cáceres
Abril de 2018
Referencias
Kant. I. (1873) Principios
metafísicos del derecho. Traducción de G. Lizarraga, Ediciones de
librería de Victoria Suárez, Madrid.
Kant, E. (1994) Ideas para una historia universal en
clave cosmopolita. Editorial
Tecnos,
S. A., Madrid.
Naranjo, Y.
(1975) Introducción al derecho. Ediciones de la Universidad
Santa María,
Caracas.
[3] Otorgada a Newton.
[4] Neologismo derivado del griego τέλεος (teleos = fin) y λογία (logía = estudio,
ciencia) fijado por el filósofo alemán Christian von Wolff (1679-1754) en un manuscrito
escrito en latín (Philosophia rationalis sive logica) del año 1728.
[5] De Kant.
[6] Ni se ha alcanzado.
[7] “El “Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico” de Joan
Corominas (o Coromines), editado por Gredos Resumiendo brevemente el autor nos
informa que la etimología, en español, la palabra ‘guerra’ proviene del franco
‘werra’ y este del proto – germánico ‘werso’ (desorden,
pelea). En griego antiguo, encontramos la palabra ‘polemos’ (polemoz),
de donde derivan términos como polémica, polémico. En latín encontramos la
palabra ‘bello’ o ‘bellum’, de donde provienen las palabras en
castellano bélico o belicoso (Corominas, 1991). En el Diccionario de la lengua
española, de la Real Academia Española de la Lengua el término ‘guerra´ denota
desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias. Lucha armada
entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación”. Tomado de Gevier
(2011), Apuntes para una definición
de ‘guerra’, disponible en: https://biostheoricos.org/2011/10/08/notas-para-una-definicion-de-guerra/
[8] Del hombre.
[9] Obra de Kant de 1785, un año después de las “Ideas para una historia
universal en clave cosmopolita”.
[1] La verdad es hija del tiempo.
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