domingo, 10 de marzo de 2019

Kant: Ideas para una historia universal en clave cosmopolita

Kant: Ideas para una historia universal en clave cosmopolita

Ensayo


"Ensayos y Reflexiones" forma parte de los documentos y referencias académicas realizadas en lo referente a la filosofía en general, mediante una serie se selecciones reflexivas y enmarcadas en la eclética fenomenológica.

"Ensayos y Reflexiones" enfoca la enseñanza de la filosofía con estilo andragógico significativo, aunque por diversos estilos y métodos de instrucción, algunos las pretenden enseñar con pedagogía, sin entender los requisitos mínimos de las edades y su contexto histórico-cultural. En esta oportunidad, hablemos de la historia, según Kant.


Dedicado el ensayo a Cosette.


Ideas para una historia universal en clave cosmopolita



(Página en CoNsTrUcCiÓn)
Autor: Prof. Francisco J. Cáceres.

Veritas filia temporis.[1]
                                                                                                      -Proverbio latino-

-FILOSOFÍA DE LA HISTORIA  -
  -PROFESORA Y LICENCIADA: LIZDARIBETH TORREALBA[2]
-FEBRERO DE 2018-

Basada en la obra de Kant y según en la Traducción de Concha Roldan Panadero y Roberto Rodríguez Aramayo.


A modo de presentación:

Según la perspectiva de Kant, existe un aparente “hilo conductor” de la “naturaleza”, el cuál teje con cierta intención, a la “especie humana”, encauzándolas por sus leyes, tal como suele suceder, con “la libertad de la voluntad, las manifestaciones fenoménicas…, las acciones humanas, [y todas aquellas que] se hallan determinadas conforme a leyes universales de la Naturaleza, al igual que cualquier otro acontecimiento natural” (Kant, 1994, p. 18). Kant reconoce que nuestra especie no se comporta como “abejas” o ciertos “castores”, incluso, distingue las diferentes personalidades y caracteres que conforman la sumatoria del conjunto de toda la composición cosmopolita (humanidad) y que por tal motivo, pereciera ser que la historia, no pudiera tener un plan racional concebido o “globalmente concertado”, de acuerdo a nosotros mismo, pero que sin embargo, (y he aquí la tarea del filósofo, encontrar dichas respuestas), a la presunción de la naturaleza, que pareciera conducir la historia universal “conforme a un determinado plan [de ella misma]” (Ibídem, p. 19), por lo tanto, la historia podría pensarse que está regida por leyes de la naturaleza, tal como análogamente se podría explicar las leyes de la física de los movimientos planetarios, cuyas trayectorias son elípticas y que a su vez presentan particularidades (incluso, Mercurio con su movimiento retrógrado y las múltiples alteraciones del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter), dicho fenómenos siguen y se mueven sin excepción, en armonía dinámica, según la ley de gravitación universal[3], es decir, a una ley natural. Así pues, cabe preguntarse, ¿pretendió Kant asumir una posición idealista en la que la sumatoria de todas las libertades de voluntades (llámese sociedad), se cumplieran con un carácter predictivo, y por ende, encausar el rumbo de una historia universal?, ¿seguimos “el propósito de la naturaleza” y no de nuestra “libre voluntad”?, ¿la voluntad individual está subordinada a la voluntad colectiva de la sociedad?, ¿nosotros controlamos la naturaleza o es ella la que nos controla?, ¿qué tan libres somos de la naturaleza, o seguimos siendo dependientes de ella?, y por último, ¿Kant proyectó sistematizar ese “hilo conductor” natural que guía al hombre, con el propósito de dirigir la historia universal del mismo?, y de ser así, ¿de qué forma los hace?. A continuación, abordaremos dichas interrogantes, mediante los nueve principios kantianos escritos en 1784.

Primer Principio: “Todas las disposiciones naturales de una criatura están destinadas a desarrollarse alguna vez completamente y con arreglo a un fin” (Kant, 1994, p. 19), por lo tanto, todo organismo tiene una función como principio natural y al no desarrollarse (o poderse desarrollar), presenta ante sí misma, una contradicción teleológica[4] de la misma naturaleza. Verbi gracia, no tiene sentido natural alguno, que el género femenino (de todas las criaturas mamíferas) no logre desarrollar el proceso de gestación embrionaria de su propia especie y por ende, se cause la desaparición de la misma. Igualmente un profesional que no pueda ejercer a plenitud su vocación, se le impida trabajar dignamente, se le destruya su capacidad económica-adquisitiva, se le quite toda motivación alguna, entre muchas otras, sin duda alguna, se tendrá como resultado indiscutible, un profesional frustrado que se le ha impedido desarrollarse completamente; a este respecto, la opción o solución angustiante, sería huir de dicho ambiente destructor y lograr conseguir uno más favorable, que de acuerdo a sus intereses académicos y personales, le den estabilidad psíquica, económica y moral para poderse desarrollar correctamente, es así como la naturaleza lo ha previsto y hace que emigren. ¿Acaso los búfalos del África no recorren cientos de kilómetros para hallar un manantial?, ¿acaso las tortugas no depositan sus huevos en tierras lejanas para perpetuar su especie?

Segundo Principio: “En el hombre (como única criatura racional sobre la tierra) aquellas disposiciones naturales que tienden al uso de su razón sólo deben desarrollarse por completo en la especie, mas no en el individuo” (Kant, 1994, p. 19), en tal sentido, alguien que pretenda estudiar física “desde cero, por sí mismo” es imposible. Todo estudiante de física sabe que necesita saber de otros “que ya estudiaron”, por ejemplo, la segunda ley de Newton dice que la fuerza es proporcional al producto de la masa por la aceleración, pero si se detiene a detallar esto, no avanzaría mucho, debido a que a la humanidad le costó centenares de siglos llegar a: F = m . a (F = fuerza; m = masa y a = aceleración), pero aún llegando a este punto, sabemos que dicha ley no es válida para todos los espacios, he aquí que aparece la “cuántica”. Por lo tanto, el progreso del ser humano es global, no particular. No puede pretender un “individuo” aprehender todo, debido a que sería imposible, pues el hombre es finito, tiene límite en su existir y no le alcanzaría toda una vida para leer (por ejemplo), todas las obras filosóficas. Con el trascurrir del tiempo, cada generación deja un legado a la otra, contribuyendo de esta forma, a que la parte racional de cualquier estudio, se desarrolle continua y progresivamente.

Tercer Principio: “La Naturaleza ha querido que el hombre extraiga por completo de sí mismo todo aquello que sobrepasa la estructuración mecánica de su existencia animal y que no participe de otra felicidad o perfección que la que él mismo, libre del instinto, se haya procurado por medio de la propia razón” (Kant, 1994, p. 19), así pues, la naturaleza le ha dado al hombre, el uso de la razón, ésta a su vez puede llegar a obtener la libertad de la voluntad, si la sabe llevar a buen término, alejando de sí, sus instintos y pasiones, en cierta forma, controlándolos. A veces, una persona ejemplar (tanto en ética como en conducta), presenta conflictos internos de “quererse comportar mal” (salir a beber, bailar con gente extraña, incluso, querer amanecer en brazos no tan conocidos…jajaja), pero inmediatamente, la razón debe actuar para evitar “males mayores” que irían en contra de nuestra propia libertad, una libertad que hace que construyamos nuestro propio destino, a través de un sano juicio, es decir, de una razón, que nos haga dignos en nuestro actuar, de nuestro bienestar y por supuesto, de nuestras vidas; esto a su vez, se complementa con las nuevas generaciones, pues le transmitimos la ética necesaria con una mejor preparación, tanto de la experiencia como del raciocinio. ¡Un buen ejemplo debemos dejar a la humanidad!

Cuarto Principio: “El medio del que se sirve la Naturaleza para llevar a cabo el desarrollo de todas sus disposiciones es el antagonismo de las mismas dentro de la sociedad, en la medida en que ese antagonismo acaba por convertirse en la causa de un orden legal de aquellas disposiciones” (Kant, 1994, p. 20), en tanto que se presenta una sutil e inquietante dualidad social (llámese antagonismo); la primera lo llevará a compartir con “el otro”, a socializarse y sentirse incluido en sociedad, ésta a su vez lo ayuda a desarrollar sus potencialidades (la escuela, el trabajo, las reuniones, entre muchas), así como su interacción en las “redes sociales”, que evoca esa “necesidad del otro”; en la segunda sabe que necesita “aislarse”, pues la misma naturaleza lo hizo propenso a desarrollar ambición y dominio sobre cuestiones que podrían considerarse volubles, así pues, entra en conflicto las tensiones de fuerza de ambición y resistencia que debe manejar con prudencia todas las variantes que le otorgue la vida. 

Quinto Principio: “El mayor problema para la especie humana, a cuya solución le fuerza la Naturaleza, es la instauración de una sociedad civil que administre universalmente el derecho” (Kant, 1994, p. 21), pues habiendo, una posible, alarmante y probable “salvaje libertad” en los individuos, se necesita entonces unas “leyes externas” que lo controlen; es decir, una “constitución civil” que sea justa y que administre universalmente, el “debido derecho”. Esa tarea, según Kant, la ha dejado la naturaleza al hombre, con la finalidad de edificar una justa sociedad, basada en el respeto de la suprema libertad y un eficaz orden social. Todo esto producto de la insociabilidad del hombre, que lo lleva a auto-disciplinarse y desarrollarse, según el empuje que ha brindado la misma naturaleza.

Sexto Principio: “Este problema es al mismo tiempo el más difícil y el que más tardíamente será resuelto por la especie humana” (Kant, 1994, p. 21), esto es consecuencia de la misma existencia humana. No hay en el mundo un “hombre perfecto” que logre garantizar y suministrar una decisión correctamente justa. La dificultad radica pues, en seleccionar acertada e idóneamente a los jueces, que lleven a cabo el cumplimiento de las leyes. En tal sentido, el hombre necesita de un modelo a seguir (Kant logra llamarlo Jefe Supremo, sin dejar de ser hombre) y como ningún hombre llena este requisito, entonces se necesitará al menos, que se aproxime a dicha idea de perfección, para así impartir justicia. Ésta tarea es muy difícil de cumplirla y se necesitarán mucho tiempo para aproximarnos a dicho ideal, que según el mismo Kant, debe tener al menos tres requisitos este modelo de juez-ciudadano: manejar conceptos del derecho, tener una amplia experiencia y aceptar la constitución con buena voluntad.

Séptimo Principio: “El problema del establecimiento de una constitución civil perfecta depende a su vez del problema de una reglamentación de las relaciones interestatales y no puede ser resuelto sin solucionar previamente esto último” (Kant, 1994, p. 22), se aborda entonces, el problema de la incompatibilidad de las diferentes conglomeraciones civiles y sus diversas políticas, que remueven nuevamente los antagonismo que se venía viendo en los individuos, pera ahora, a mayor escala colectiva y vistos desde las grandes sociedades a los diversos Estados y éstos a su vez, a una Confederación de Pueblos, que llegado al caso, se podría garantizar que:

“…el Estado más pequeño pudiera contar con… su seguridad [ , ] como su derecho no dependiera de su propio poderío o del propio dictamen jurídico, sino únicamente de esa confederación de pueblos, de un poder unificado y de la decisión conforme a leyes de la voluntad común” (Kant, 1994, p. 22)

Para llegar a este nivel, cada Estado debe renunciar a su salvaje condicionamiento belicoso, obligándolos a buscar la paz y la anhelada seguridad jurídica, común a todos ellos (los Estados), dentro de una “Constitución Civil” y una “Legislación Externa”, producto de las interrelaciones de Estado y fruto del consenso colectivo entre ellos mismos. Kant considera que para llegar a esta etapa de una “Confederación de Pueblos”, se necesita mucho “ensayar”, pues destaca que hemos sido cultos, gracias a las artes y las ciencias, pero para alcanzar dicha empresa (La Confederación), tendríamos que considerarnos “moralizados”, algo que para la época[5], no se había alcanzado[6], así pues, vemos cómo las guerras sigue siendo el motor salvaje de muchas Naciones-Estados y como es conocido, ya pasamos por “dos Guerras Mundiales” y “una Guerra Fría”. Actualmente hay fuerte tensiones combativas en Siria, Afganistán, Ucrania y Corea del Norte, sin olvidar la “amenaza inusual y extraordinaria” de nuestra región. Por lo tanto, para llegar a la “Constitución Civil” y coordinada por una “Legislación Externa”, las Naciones-Estados deben abandonar “su estado de naturaleza belicosa”[7] y lograr una pronta armonía de tranquilidad, mediante acuerdos de convivencia y relaciones Inter-Estatales que faciliten el establecimientos de una legislación universal.

Octavo Principio: “Se puede considerar la historia de la especie humana en su conjunto como la ejecución de un plan oculto de la Naturaleza para llevar a cabo una constitución interior y —a tal fin— exteriormente perfecta, como el único estado en el que puede desarrollar plenamente todas sus disposiciones en la humanidad” (Kant, 1994, p. 23), en tal sentido, se pretende conformar, después que hemos atravesado las diversas dificultades asumidas en el “séptimo principio”, se produce con el devenir de la naturaleza, “los brincos históricos”, de las llamadas “sociedades civiles”, al único “Estado de Ciudadanía Cosmopolita Universal”. Así pues, la Unión Jurídica Cosmopolita Universal, hará que la libertad, la equidad y la justicia en el ciudadano, vaya adquiriendo y alcanzando (con el transcurrir del tiempo), grados superiores de mejoramiento, conducta y costumbres, es decir, su ética y moral se fortalecen.

Noveno Principio: “Un intento filosófico de elaborar la historia universal conforme a un plan de la Naturaleza que aspire a la perfecta integración civil de la especie humana tiene que ser considerado como posible y hasta como elemento propiciador de esa intención de la Naturaleza” (Kant, 1994, p. 24), por lo tanto, ella misma (la naturaleza) ha provisto un secreto mecanismo de disposición, ordenación y restauración de la historia humana, de forma que su efecto propulsor e incentivador, derivado de las constantes luchas antagónica (del ser humano), a través del tiempo, ha logrado configurar un “plan histórico para él mismo”. Pareciera pues, que ella (la naturaleza), hace que el hombre “ensaye” su existir, deja que cometa errores y que de éstos mismos, logre aprehender, estimar y valorar su devenir, para así presentar ciertas mejorías en sus posteriores generaciones y que éstas a su vez, produzcan los progresos indetenibles, que son constantemente mejorados por las nuevas generaciones. Ciertamente podríamos inferir que la naturaleza tiene “los hilos conductores” que tejen la historia universal, una historia que se ha desenvuelto por aciertos y desaciertos, pero que a la larga, la naturaleza empuja al mismo hombre a ser libre en sociedad, a manejar su vida respetando al otro, controlando su arbitrio, sus deseos y pasiones, solo así, se puede vivir con justicia y dignidad.

A modo de opinión:

Kant pensó en las dificultades para llevar a cabo sus “ideas para una historia universal en clave cosmopolita” y definitivamente quedaría muy consternado con dos principios, a saber, el del antagonismo reinante en el hombre que está en constante lucha entre lo que comparte en sociedad y entre sus propios anhelos y deseos; por otra parte, tenemos su consecuente, su reglamentación como problema  a resolver, pues, al igual que como sufre el hombre, los Estados-Naciones presentan mutuo miedo por el “otro”, tal es el grado que se llenan de armamento para protegerse y pregonan insensatamente (según la visión Kantiana), “sí quieres la paz, prepárate para la guerra”, he ahí, el bloqueo que detiene el progreso de la historia humana, pues esto no permitiría fundar un Estado Cosmopolita que logre sacar al hombre de “su estado de niñez”.

Recordemos que en el derecho kantiano hay dos elementos claves en el individuo, por una parte, el arbitrio, éste apunta a lo externo del mismo[8], de forma libre; mientras que por el otro, la voluntad apunta a lo interno, siendo auto-determinado, muy personal y al provenir de la pura razón, atiende a las máximas universales. Es curioso lo que expresa un prestigioso abogado venezolano, muy conocido por el Dr. Carlos Jorge (quién le dio clase a su esposa), el abogado Naranjo (y citado en el curso de filosofía del derecho del Profesor Adames), al decir que el derecho “es un conjunto de las condiciones por las cuales, el arbitrio de cada uno puede coexistir con el arbitrio de los demás, según una ley universal de libertad” (1975, p.22), por lo tanto, el respeto mutuo debe permanecer constantemente, el respeto a mi libertad y a la libertad del otro. Por otra parte, en análisis III, se estudio la  "fundamentación de la metafísica de las costumbres"[9] y se decía que la voluntad define un carácter que infunde respeto en la elección de nuestra libertad, ella prácticamente, mantiene un equilibrio de autodeterminación, que no se encauza hacia comportamientos inaceptables y que pone la medida de lo justo; a su vez, en la elección de decidir, se permite ejercer la libertad, asumiéndose con responsabilidad, acatando las convenciones o normas, que responden a los parámetros del comportamiento de convivencia ciudadana. El arbitrio ejerce el libre albedrío; la voluntad, el compromiso en la Ley Universal.

Ahora bien, sí las leyes provienen de la voluntad, mientras que las máximas proceden del arbitrio, entonces según Kant, las leyes obligan tanto en libertad de mi arbitrio, como en mi voluntad, bajo el manto de la razón. Ese conjunto de leyes que son susceptibles a una legislación externa, se le llama derecho. La noción del derecho obliga jurídicamente a cumplir las leyes positivas, que incluyen las leyes naturales. Estas leyes imponen obligación con el deber y controlan el arbitrio, es decir, le pone límites, por ello, estamos obligados a acatar las leyes de un Estado Civil en particular y más sí se llevan a un Estado Cosmopolita como pretende la naturaleza.

Francisco Javier Cáceres
Abril de 2018


Referencias
  
Kant. I. (1873) Principios metafísicos del derecho. Traducción de G. Lizarraga, Ediciones de
     librería de Victoria Suárez, Madrid.

Kant, E. (1994) Ideas para una historia universal en clave cosmopolita. Editorial Tecnos,
     S. A., Madrid.

Naranjo, Y. (1975) Introducción al derecho. Ediciones de la Universidad Santa María,
 Caracas.




[3] Otorgada a Newton.
[4] Neologismo derivado del griego τέλεος (teleos = fin) y λογία (logía = estudio, ciencia) fijado por el filósofo alemán Christian von Wolff (1679-1754) en un manuscrito escrito en latín (Philosophia rationalis sive logica) del año 1728.
[5] De Kant.
[6] Ni se ha alcanzado.
[7] “El “Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico” de Joan Corominas (o Coromines), editado por Gredos Resumiendo brevemente el autor nos informa que la etimología, en español, la palabra ‘guerra’ proviene del franco ‘werra’ y este del proto – germánico ‘werso’ (desorden, pelea). En griego antiguo, encontramos la palabra ‘polemos’ (polemoz), de donde derivan términos como polémica, polémico. En latín encontramos la palabra ‘bello’ o ‘bellum’, de donde provienen las palabras en castellano bélico o belicoso (Corominas, 1991). En el Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española de la Lengua el término ‘guerra´ denota desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias. Lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación”. Tomado de Gevier (2011), Apuntes para una definición de ‘guerra’, disponible en: https://biostheoricos.org/2011/10/08/notas-para-una-definicion-de-guerra/
[8] Del hombre.
[9] Obra de Kant de 1785, un año después de las “Ideas para una historia universal en clave cosmopolita”.



[1] La verdad es hija del tiempo.


[2] Profesora de la Universidad Católica Santa Rosa.
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domingo, 1 de abril de 2018

Teoría de Las Razones Seminales, según San Agustín

Ensayos

"Ensayos y Reflexiones" forma parte de los documentos y referencias académicas realizadas en lo referente a la filosofía en general, mediante una serie se selecciones reflexivas y enmarcadas en la eclética fenomenológica.

"Ensayos y Reflexiones" enfoca la enseñanza de la filosofía con estilo andragógico significativo, aunque por diversos estilos y métodos de instrucción, algunos las pretenden enseñar con pedagogía, sin entender los requisitos mínimos de las edades y su contexto histórico-cultural. eN En esta oportunidad, hablemos de lo medieval.




Teoría de Las Razones Seminales[2] 
según San Agustín

(Página en CoNsTrUcCiÓn)
Autor: Prof. Francisco J. Cáceres.

-SEMINARIO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL -
PROF: ALEX VILLAMIZAR[1]
                                              -MARZO DE 2018-

Teoría de Las Razones Seminales[2] según San Agustín
Basado en el texto de Gilson Etienne.

1.- De la terminología fundamental para entender el texto[3].


Aristotelismo: Representa la presencia (o influencia de ideas) de Aristóteles en el pensamiento posterior a él. El Diccionario filosófico (2003) explica que “se refiere a aquellos autores que siguen, continúan, o transmiten, en todo o en parte, las ideas contenidas en las obras de Aristóteles” (p.4). Santo Tomás cristianizó la filosofía de Aristóteles.

Compuesto de materia y forma: Estas dos no existen independientes, la una de la otra, en tal sentido, las dos constituyen un todo sustancial, un solo ser, y no se pueden separarse, tal como no pueden separarse:
· Una estatua: el mármol y la figura; ó
· Un animal vivo (existente): sus órganos y sus funciones...

La combinación de materia y forma es fundamental, que se admiten recíprocamente, esto es: en el mundo físico no puede haber materia sin forma ni forma sin materia

Creación ex nihilo: Según el diccionario filosófico (2014), señala que es el “acto de dar existencia a algo a partir de la nada. De acuerdo con la teología tradicional cristiana,… El Génesis afirma que el universo y todas las criaturas vivas, incluyendo los seres humanos, fueron creados en el plazo de seis días” (p. 218)

Forma: Es el principio de especiación, referente a que la forma “hace” la especie (Hombre, gato, silla, etc), siendo universal. Según Ficus (2009), “Aristóteles distingue entre dos tipos de materia (prima o segunda) y dos tipos de forma (sustancial y accidental), [su fórmula sería]:


[1] Se tomará la metodología de análisis de texto según lo aprehendido por el Profesor Francisco Santa Dara, Titular de la UCSAR.






Materia: Es el principio de individuación, referente a que la materia  “hace” el  individuo (este hombre, este gato, esta silla, etc.), siendo singular. Cita Ficus (2009), un ejemplo entre la diferencia de forma y materia, así pues, “Sócrates y Platón  son  de la  especie “Hombre”  <comparten la misma forma sustancial>... pero son individuos distintos <tienen materias distintas>” (p.24)  

Platonismo: Representa la presencia (o influencia de ideas) de Platón en el pensamiento posterior a él. Los rasgos característicos más señalados de estas doctrinas, según el Diccionario filosófico (2003), “se refieren a la metafísica, la teoría del conocimiento, la antropología, la ética y en estética” (p.32). Es importante señalar los dos mundos: Mundo Sensible (naturaleza) y Mundo Inteligible (de las Ideas). San Agustín cristianizó a Platón.

Teoría hilemórfica de Aristóteles: (del griego hyle = materia; y morphé = forma), es una teoría que explica la realidad física (de la naturaleza, mas no, espiritual), la cual sostiene que todas las cosas están compuestas de materia y forma.

Rationes Seminales: La doctrina de las “rationes seminales” permite explicar la generación en el mundo físico. Dios crea el mundo de la nada, alcanzando como modelo para formar los seres las ideas como arquetipos que se hallan en su mente (ejemplarismo), pero los seres creados con materia (polvo por ejemplo), no son perfectos, debido a que la materia es imperfecta. Por otra parte, la creación no es instantánea, pues Dios coloca en la materia los gérmenes latentes (“razones seminales”, o “semillas divinas”), que están en permanente desarrollo, y gracias a la Providencia divina, alcanzan la perfección. El mundo no tiene principio en el tiempo, sino que germina con él.

Sustancia: Según Aristóteles,  la sustancia (ousia), en sentido riguroso, es “aquello que existe en sí y no en otra cosa”.  Según esta tesis, sólo los individuos concretos son  auténticas sustancias, pues sólo el compuesto materia + forma tiene existencia real independiente: No hay otra cosa (o Ser), que puede existir, si no es en dicho compuesto (excepto Dios, que es pura forma)... No obstante,  “el estagirita” atribuye también la denominación de sustancia a las formas sustanciales...

Sustancia Primera: Según Ficus (2009), dice que Aristóteles llama así al Ser Físico Individual, (el individuo concreto) es la sustancia en sentido estricto: lo verdaderamente real. Los cuatro elementos de Empédocles (agua, aire, fuego, tierra), son las sustancias primeras más simples que existen en la naturaleza. Acoplados entre sí,  y con una nueva forma sustancial, estos 4 elementos dan nacimiento a una multitud de sustancias. Por lo tanto, la sustancia primera es cada individuo concreto. Verbi gracia: el Ser Sócrates;... 

Sustancia Segunda: Sería cada forma sustancial o cualidad esencial, por ejemplo: el Ser hombre... Ahora bien, ésta segunda sustancia, sale de la primera. Ficus (2009) señala que si  pudiéramos sustraer a cada una de estas sustancias simples “de su forma sustancial [,] nos quedaríamos con la materia prima (pero eso es imposible)... Todas las demás sustancias primeras que encontramos en la naturaleza se componen de materia segunda y forma sustancial...” (p. 26)




2.- Desarrollo histórico del problema

A partir de la teoría de la composición hilemórfica, enunciada por Aristóteles, la aparición de nuevos seres en el mundo físico se presenta como la reproducción de nuevas formas que preliminarmente no existían. La materia, reemplazada por una forma específica, hace capaz al sujeto de desarrollarse en una substancia de naturaleza distinta a la que es (evolucionismo darwiniano). No obstante, si toda generación es por definición la manifestación de nuevas formas substanciales, éstas deben empezar a existir una vez alterada su forma[1] precedente, pero ¿hay enlace entre ellas? Desde la experiencia nos es probado a simple vista, y sobre todo, en el caso de los organismos vivos, pues cuando reproducen un ejemplar de su misma especie pero distinto en número en afinidad de sus progenitores. Se pudiera dar, una respuesta es negativa, donde no se encuentre una relación entre ellas, “se concluiría pues, que la nueva forma es creada, por ello muchos filósofos medievales han relacionado la doctrina de las rationes seminales con formalidades preexistentes en la materia, que actúan junto con otro agente para concebir la nueva forma” (Mayocchi, 2016, p.101). De hecho, una semilla es en acto, una semilla, pero es en potencia, un árbol.

Por otra parte, recordemos que Platón apoyó la idea de la eternidad del mundo sensible (natural-exterior), éste no tendría ni principio ni fin; contrariamente a San Agustín, el mundo fue creado (en 7 días) y tendrá un fin (El Apocalipsis); además, existe otra contradicción con Platón, pues éste último afirma en su obra “Timeo”, que el “Demiurgo” solo ordenó el Caos existente y lo llevó al orden, mientras que para San Agustín, Dios crea el mundo sensible a partir de la nada. (creación ex nihilo) y al ser creados por Dios, el mundo sensible (material), tiene una naturaleza “buena y positiva”, contrariamente al pensamiento de Platón, quién concibió a dicho mundo como una cárcel, de la cual, tenía que deshacerse, pues solo el mundo inteligible era el auténtico y de todas las ideas, había una superior a todas ellas, es decir, “la idea del bien”, ampliando que las ideas no tienen materia, son eternas y no se pueden conocer a través de los sentidos. San Agustín tomará la palabra de Platón acerca de la máxima idea (la idea del bien) y la asociará con Dios, creador de todo, que construirá un máximo bien, creando todo lo que es y hay en el Universo. Pues “para crear el mundo. Dios no ha tenido más que decirlo; al decirlo, lo ha querido y lo ha hecho. De una sola vez, sin sucesión de tiempo, ha hecho existir la totalidad de lo que fue entonces, de lo que es actualmente y de lo que será en adelante.” (Étiene, 1976, p. 125).

Así pues, se deduce que las rationes seminales parten del problema de la creación. San Agustín siendo cristiano, se escuda en la Biblia y discierne, a partir del libro del Génesis, capítulo I y II, la narrativa de la creación del Universo, así como la del hombre; en tal sentido, Étienne (1976) escribirá que “Dios[2],…no ha desplegado su acción creadora a través del tiempo. [Por lo tanto, se expresa] por completo en su Verbo, [que] contiene eternamente en Sí los modelos arquetípicos de todos los seres posibles, sus formas inteligibles, sus leyes, sus pesos, medidas y números.” (p. 124). Es decir, San Agustín parte de la existencia de modelos originales (o moldes). Del primer mono (por ejemplo), saldrán los siguientes monos y de una vaca gorda, saldrán becerros gordos, a esto, hoy en día, se le llama “genética”. Con ello se resolverá el problema del “huevo y la gallina”, ¿quién fue primero? Según la concepción Agustiniana, será la “gallina” por ser el “molde arquetípico”,  pues “todos los seres futuros han sido, pues, producidos desde el origen, junto con la materia, pero en forma de gérmenes (rationes seminales) que debían o deben aún desarrollarse en el decurso de los tiempos, según el orden y las leyes que Dios mismo ha previsto.” (Étiene, 1976, p. 125)

El hombre (cuerpo) no constituye una particularidad a esa regla (en condiciones normales, nacer, reproducirse y regresar al polvo), a no ser en lo concerniente al alma. Platón en el “Fedón”, presentó al alma como sustancia simple, indivisible e inmortal. Adán y Eva, así como los cuerpos de todos los hombres posteriores, estaban desde el origen, en potencia, en la materia; invisiblemente, causalmente, de igual modo que se encuentran en ella todos los seres futuros que aún no han sido hechos, pues Dios ha puesto las rationes seminales.

3.- De las “Rationes Seminales” en San Agustín.

Dice Campomanes (1995) señala enfáticamente que “la luz divina es excesiva para el entendimiento humano” (p.115). ¿Qué insensato llegaría a su entendimiento? En Éxodo 3:14 aparece la frase: “Yo soy el que soy…”, esto equivale (para San Agustín) decir que Dios es el Ser o la “esencia inmutable”[3]. El su libro, La ciudad de Dios (VIII, 11) aparece: “…todo cuanto se muda no conserva el Ser; y cuanto es susceptible de mutación, aunque no varié puede ser lo que no era antes. En consecuencia, sólo aquel que no cambia ni puede cambiar es verdaderamente el Ser” (Ibídem, p. 115).

La premisa “el único inmutable es Dios”, trae como consecuente argumentativo, que la “mutabilidad” de todas las cosas, deben ser modificables, sí no, serían inmutables, caso que generaría una contradicción lógica de dicha premisa. Además, San Buenaventura coincidirá con San Agustín en que el mundo no es eterno, es creación divina, tiene principio y fin, tal como lo habíamos dicho anteriormente en la terminología del presente informe de lectura. “Dios ha creado el mundo por su palabra,…y ha depositado en la materia los gérmenes de todos los seres futuros, los cuales aparecerán en el momento querido por Dios” (Campomanes, 1995, p.116), pero no se trata de una “evolución darwiniana”, sino, siendo la creación un acto único, provoca efectos sucesivamente en el tiempo. Por ejemplo, Dios creó la tierra (polvo), es decir, la materia de la cual se compone el cuerpo humano, pero la tierra ya tenía dentro de sí, en potencia, la capacidad de formar el cuerpo humano[4].

Así pues, los problemas enlazados con la naturaleza (el universo y el hombre), son iluminados en San Agustín, fundamentando su conexión, con la problemática de la creación. Dios es el fundamento de todo lo que es, en cuanto es el “Ser”, El cambio presente en el mundo (planeta), muestra que él no es “Ser” y que tuvo que ser creado (dicho planeta). Dios ha creado todo a través del “logos” (Verbo, señala San Agustín), que contiene en sí las ideas o razones inmutables de las cosas. En este punto, San Agustín refuta a Platón, (quien había colocado las ideas en un mundo inteligible). En efecto, si así fuese, Dios quedaría solo como “concepto y sería nominal”, argumento que San Anselmo demostró que no solo es “concepto”, sino existencia. Dios no puede quedar solo en la mente, tal como una sirena sí queda en ella, Dios es para San Anselmo y San Agustín: Real.

Ahora bien, si razonamos que la creación de las cosas se produce de la nada[5] (ex nihilo), esto es, no de la substancia de Dios y tampoco de algo preexistente, entonces la realidad puede proceder de otra por tres vías, que San Agustín llama:

·         Por generación: En este caso se procede de la substancia misma del generador, como la hija deriva de la madre, y configura algo semejante al que lo fecunda.
·         Por fabricación: Éste deriva de algo que preexistía fuera del que “la fabrica”, como ocurre en todas las cosas que produce el hombre: una mesa, una silla,…
·         Por creación de la nada absoluta (ex nihilo): Esto es, ni de la exclusiva y personal substancia, ni de una substancia exterior.

Finalmente, sabemos que San Agustín concuerda con Platón, en que las ideas están contenidas en la razón (en este caso, desde la mente de Dios), pero cómo es Dios, se ubica en el logos. Por ello, San Agustín las distingue con las razones seminales. Por cierto, algunos padres de La Iglesia Católica, como Orígenes (por ejemplo), pensaban que la Creación del mundo era “eterna, puesto que de otro modo ella implicaría un cambio en la voluntad divina” (Desiato, 1995, p. 126). Desde aquí, San Agustín se pregunta entonces: ¿qué hacía Dios antes de la Creación?, ante lo cual argumentará que, antes de la Creación no existía el tiempo y no podía, por consiguiente, existir un antes, con lo cual la pregunta carecería de sentido. San Agustín ahora se preguntará: ¿qué es el tiempo? Sin lugar a dudas, piensa que no es una realidad estable. “El pasado es tal, porque ya no es, el futuro es tal porque todavía no es; y si el presente no fuera traspasado continuamente por el pasado, no sería presente sino eternidad” (Ibídem, p.126). El hombre consigue medir el tiempo, puesto que disertamos de un tiempo más breve (segundos por ejemplo) y de uno más largo (años). Pero, ¿cómo y dónde logramos efectuar esta medida? San Agustín revela que esto lo sabemos por el alma instalada en nuestros cuerpos. Por consiguiente, el hombre contantemente almacena la memoria del pasado y la expectativa del futuro. “El pasado, según vimos, no es más, pero la memoria de él permanece; el futuro aún no es, pero existe la esperanza del futuro, el presente huye en un instante, pero permanece en el alma la atención por las cosas presentes” (Ibídem, p.126). Por todo esto, la realidad del tiempo es la duración del alma, es la continuidad de la vida espiritual que unifica los tres tiempos. El tiempo no tiene otra realidad que aquella que encuentra en la vida interior del hombre. Así pues, San Buenaventura coincide con San Agustín en que “el mundo no es eterno”. La conclusión en San Agustín de una creación, es verdad de fe y verdad de razón y sus “rationes seminales” (además de la teoría de las ideas), induce a razonar que Dios no crea todo de una forma ya actualizada, sino que inserta en lo creado, las simientes o gérmenes de todas las cosas posibles, que más adelante, con el pasar del tiempo, se irán desarrollando de forma gradual, en diferentes modos y con diferentes “accidentes de distintas circunstancias”. Así pues, se concluye que Dios empleó la materia, y a su vez, creó una manera posible de todas las probables actualizaciones de sus creaciones originales, infiltrando (sembrando) en ellas, las razones seminales de todas las cosas. La evolución del mundo en el transcurso del tiempo no es más que la actualización y la realización de dichas razones seminales.


Referencias Consultadas



Desiato, M. (1995) Lineamientos de Filosofía. UCAB, Caracas.

Diccionario de Filosofía (2014). Akal Editores, Madrid, España. Disponible en línea en
     http://josemramon.com.ar/wp-content/uploads/Diccionario-Akal-de-Filosofia.pdf









[1] Formas accidentales.
[2] Por estar dotado de suprema inmutabilidad.
[3] Inalterable, Invariable, Indestructible, Imborrable, Inextinguible, Inmodificable, entre otros atributos.
[4] Génesis, 3:19
[5] La pauta, más adelante se convertirá en canónica, llamada “ex nihilo sui et subiecti” (de la nada y el sujeto)