domingo, 10 de marzo de 2019

Kant: Ideas para una historia universal en clave cosmopolita

Kant: Ideas para una historia universal en clave cosmopolita

Ensayo


"Ensayos y Reflexiones" forma parte de los documentos y referencias académicas realizadas en lo referente a la filosofía en general, mediante una serie se selecciones reflexivas y enmarcadas en la eclética fenomenológica.

"Ensayos y Reflexiones" enfoca la enseñanza de la filosofía con estilo andragógico significativo, aunque por diversos estilos y métodos de instrucción, algunos las pretenden enseñar con pedagogía, sin entender los requisitos mínimos de las edades y su contexto histórico-cultural. En esta oportunidad, hablemos de la historia, según Kant.


Dedicado el ensayo a Cosette.


Ideas para una historia universal en clave cosmopolita



(Página en CoNsTrUcCiÓn)
Autor: Prof. Francisco J. Cáceres.

Veritas filia temporis.[1]
                                                                                                      -Proverbio latino-

-FILOSOFÍA DE LA HISTORIA  -
  -PROFESORA Y LICENCIADA: LIZDARIBETH TORREALBA[2]
-FEBRERO DE 2018-

Basada en la obra de Kant y según en la Traducción de Concha Roldan Panadero y Roberto Rodríguez Aramayo.


A modo de presentación:

Según la perspectiva de Kant, existe un aparente “hilo conductor” de la “naturaleza”, el cuál teje con cierta intención, a la “especie humana”, encauzándolas por sus leyes, tal como suele suceder, con “la libertad de la voluntad, las manifestaciones fenoménicas…, las acciones humanas, [y todas aquellas que] se hallan determinadas conforme a leyes universales de la Naturaleza, al igual que cualquier otro acontecimiento natural” (Kant, 1994, p. 18). Kant reconoce que nuestra especie no se comporta como “abejas” o ciertos “castores”, incluso, distingue las diferentes personalidades y caracteres que conforman la sumatoria del conjunto de toda la composición cosmopolita (humanidad) y que por tal motivo, pereciera ser que la historia, no pudiera tener un plan racional concebido o “globalmente concertado”, de acuerdo a nosotros mismo, pero que sin embargo, (y he aquí la tarea del filósofo, encontrar dichas respuestas), a la presunción de la naturaleza, que pareciera conducir la historia universal “conforme a un determinado plan [de ella misma]” (Ibídem, p. 19), por lo tanto, la historia podría pensarse que está regida por leyes de la naturaleza, tal como análogamente se podría explicar las leyes de la física de los movimientos planetarios, cuyas trayectorias son elípticas y que a su vez presentan particularidades (incluso, Mercurio con su movimiento retrógrado y las múltiples alteraciones del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter), dicho fenómenos siguen y se mueven sin excepción, en armonía dinámica, según la ley de gravitación universal[3], es decir, a una ley natural. Así pues, cabe preguntarse, ¿pretendió Kant asumir una posición idealista en la que la sumatoria de todas las libertades de voluntades (llámese sociedad), se cumplieran con un carácter predictivo, y por ende, encausar el rumbo de una historia universal?, ¿seguimos “el propósito de la naturaleza” y no de nuestra “libre voluntad”?, ¿la voluntad individual está subordinada a la voluntad colectiva de la sociedad?, ¿nosotros controlamos la naturaleza o es ella la que nos controla?, ¿qué tan libres somos de la naturaleza, o seguimos siendo dependientes de ella?, y por último, ¿Kant proyectó sistematizar ese “hilo conductor” natural que guía al hombre, con el propósito de dirigir la historia universal del mismo?, y de ser así, ¿de qué forma los hace?. A continuación, abordaremos dichas interrogantes, mediante los nueve principios kantianos escritos en 1784.

Primer Principio: “Todas las disposiciones naturales de una criatura están destinadas a desarrollarse alguna vez completamente y con arreglo a un fin” (Kant, 1994, p. 19), por lo tanto, todo organismo tiene una función como principio natural y al no desarrollarse (o poderse desarrollar), presenta ante sí misma, una contradicción teleológica[4] de la misma naturaleza. Verbi gracia, no tiene sentido natural alguno, que el género femenino (de todas las criaturas mamíferas) no logre desarrollar el proceso de gestación embrionaria de su propia especie y por ende, se cause la desaparición de la misma. Igualmente un profesional que no pueda ejercer a plenitud su vocación, se le impida trabajar dignamente, se le destruya su capacidad económica-adquisitiva, se le quite toda motivación alguna, entre muchas otras, sin duda alguna, se tendrá como resultado indiscutible, un profesional frustrado que se le ha impedido desarrollarse completamente; a este respecto, la opción o solución angustiante, sería huir de dicho ambiente destructor y lograr conseguir uno más favorable, que de acuerdo a sus intereses académicos y personales, le den estabilidad psíquica, económica y moral para poderse desarrollar correctamente, es así como la naturaleza lo ha previsto y hace que emigren. ¿Acaso los búfalos del África no recorren cientos de kilómetros para hallar un manantial?, ¿acaso las tortugas no depositan sus huevos en tierras lejanas para perpetuar su especie?

Segundo Principio: “En el hombre (como única criatura racional sobre la tierra) aquellas disposiciones naturales que tienden al uso de su razón sólo deben desarrollarse por completo en la especie, mas no en el individuo” (Kant, 1994, p. 19), en tal sentido, alguien que pretenda estudiar física “desde cero, por sí mismo” es imposible. Todo estudiante de física sabe que necesita saber de otros “que ya estudiaron”, por ejemplo, la segunda ley de Newton dice que la fuerza es proporcional al producto de la masa por la aceleración, pero si se detiene a detallar esto, no avanzaría mucho, debido a que a la humanidad le costó centenares de siglos llegar a: F = m . a (F = fuerza; m = masa y a = aceleración), pero aún llegando a este punto, sabemos que dicha ley no es válida para todos los espacios, he aquí que aparece la “cuántica”. Por lo tanto, el progreso del ser humano es global, no particular. No puede pretender un “individuo” aprehender todo, debido a que sería imposible, pues el hombre es finito, tiene límite en su existir y no le alcanzaría toda una vida para leer (por ejemplo), todas las obras filosóficas. Con el trascurrir del tiempo, cada generación deja un legado a la otra, contribuyendo de esta forma, a que la parte racional de cualquier estudio, se desarrolle continua y progresivamente.

Tercer Principio: “La Naturaleza ha querido que el hombre extraiga por completo de sí mismo todo aquello que sobrepasa la estructuración mecánica de su existencia animal y que no participe de otra felicidad o perfección que la que él mismo, libre del instinto, se haya procurado por medio de la propia razón” (Kant, 1994, p. 19), así pues, la naturaleza le ha dado al hombre, el uso de la razón, ésta a su vez puede llegar a obtener la libertad de la voluntad, si la sabe llevar a buen término, alejando de sí, sus instintos y pasiones, en cierta forma, controlándolos. A veces, una persona ejemplar (tanto en ética como en conducta), presenta conflictos internos de “quererse comportar mal” (salir a beber, bailar con gente extraña, incluso, querer amanecer en brazos no tan conocidos…jajaja), pero inmediatamente, la razón debe actuar para evitar “males mayores” que irían en contra de nuestra propia libertad, una libertad que hace que construyamos nuestro propio destino, a través de un sano juicio, es decir, de una razón, que nos haga dignos en nuestro actuar, de nuestro bienestar y por supuesto, de nuestras vidas; esto a su vez, se complementa con las nuevas generaciones, pues le transmitimos la ética necesaria con una mejor preparación, tanto de la experiencia como del raciocinio. ¡Un buen ejemplo debemos dejar a la humanidad!

Cuarto Principio: “El medio del que se sirve la Naturaleza para llevar a cabo el desarrollo de todas sus disposiciones es el antagonismo de las mismas dentro de la sociedad, en la medida en que ese antagonismo acaba por convertirse en la causa de un orden legal de aquellas disposiciones” (Kant, 1994, p. 20), en tanto que se presenta una sutil e inquietante dualidad social (llámese antagonismo); la primera lo llevará a compartir con “el otro”, a socializarse y sentirse incluido en sociedad, ésta a su vez lo ayuda a desarrollar sus potencialidades (la escuela, el trabajo, las reuniones, entre muchas), así como su interacción en las “redes sociales”, que evoca esa “necesidad del otro”; en la segunda sabe que necesita “aislarse”, pues la misma naturaleza lo hizo propenso a desarrollar ambición y dominio sobre cuestiones que podrían considerarse volubles, así pues, entra en conflicto las tensiones de fuerza de ambición y resistencia que debe manejar con prudencia todas las variantes que le otorgue la vida. 

Quinto Principio: “El mayor problema para la especie humana, a cuya solución le fuerza la Naturaleza, es la instauración de una sociedad civil que administre universalmente el derecho” (Kant, 1994, p. 21), pues habiendo, una posible, alarmante y probable “salvaje libertad” en los individuos, se necesita entonces unas “leyes externas” que lo controlen; es decir, una “constitución civil” que sea justa y que administre universalmente, el “debido derecho”. Esa tarea, según Kant, la ha dejado la naturaleza al hombre, con la finalidad de edificar una justa sociedad, basada en el respeto de la suprema libertad y un eficaz orden social. Todo esto producto de la insociabilidad del hombre, que lo lleva a auto-disciplinarse y desarrollarse, según el empuje que ha brindado la misma naturaleza.

Sexto Principio: “Este problema es al mismo tiempo el más difícil y el que más tardíamente será resuelto por la especie humana” (Kant, 1994, p. 21), esto es consecuencia de la misma existencia humana. No hay en el mundo un “hombre perfecto” que logre garantizar y suministrar una decisión correctamente justa. La dificultad radica pues, en seleccionar acertada e idóneamente a los jueces, que lleven a cabo el cumplimiento de las leyes. En tal sentido, el hombre necesita de un modelo a seguir (Kant logra llamarlo Jefe Supremo, sin dejar de ser hombre) y como ningún hombre llena este requisito, entonces se necesitará al menos, que se aproxime a dicha idea de perfección, para así impartir justicia. Ésta tarea es muy difícil de cumplirla y se necesitarán mucho tiempo para aproximarnos a dicho ideal, que según el mismo Kant, debe tener al menos tres requisitos este modelo de juez-ciudadano: manejar conceptos del derecho, tener una amplia experiencia y aceptar la constitución con buena voluntad.

Séptimo Principio: “El problema del establecimiento de una constitución civil perfecta depende a su vez del problema de una reglamentación de las relaciones interestatales y no puede ser resuelto sin solucionar previamente esto último” (Kant, 1994, p. 22), se aborda entonces, el problema de la incompatibilidad de las diferentes conglomeraciones civiles y sus diversas políticas, que remueven nuevamente los antagonismo que se venía viendo en los individuos, pera ahora, a mayor escala colectiva y vistos desde las grandes sociedades a los diversos Estados y éstos a su vez, a una Confederación de Pueblos, que llegado al caso, se podría garantizar que:

“…el Estado más pequeño pudiera contar con… su seguridad [ , ] como su derecho no dependiera de su propio poderío o del propio dictamen jurídico, sino únicamente de esa confederación de pueblos, de un poder unificado y de la decisión conforme a leyes de la voluntad común” (Kant, 1994, p. 22)

Para llegar a este nivel, cada Estado debe renunciar a su salvaje condicionamiento belicoso, obligándolos a buscar la paz y la anhelada seguridad jurídica, común a todos ellos (los Estados), dentro de una “Constitución Civil” y una “Legislación Externa”, producto de las interrelaciones de Estado y fruto del consenso colectivo entre ellos mismos. Kant considera que para llegar a esta etapa de una “Confederación de Pueblos”, se necesita mucho “ensayar”, pues destaca que hemos sido cultos, gracias a las artes y las ciencias, pero para alcanzar dicha empresa (La Confederación), tendríamos que considerarnos “moralizados”, algo que para la época[5], no se había alcanzado[6], así pues, vemos cómo las guerras sigue siendo el motor salvaje de muchas Naciones-Estados y como es conocido, ya pasamos por “dos Guerras Mundiales” y “una Guerra Fría”. Actualmente hay fuerte tensiones combativas en Siria, Afganistán, Ucrania y Corea del Norte, sin olvidar la “amenaza inusual y extraordinaria” de nuestra región. Por lo tanto, para llegar a la “Constitución Civil” y coordinada por una “Legislación Externa”, las Naciones-Estados deben abandonar “su estado de naturaleza belicosa”[7] y lograr una pronta armonía de tranquilidad, mediante acuerdos de convivencia y relaciones Inter-Estatales que faciliten el establecimientos de una legislación universal.

Octavo Principio: “Se puede considerar la historia de la especie humana en su conjunto como la ejecución de un plan oculto de la Naturaleza para llevar a cabo una constitución interior y —a tal fin— exteriormente perfecta, como el único estado en el que puede desarrollar plenamente todas sus disposiciones en la humanidad” (Kant, 1994, p. 23), en tal sentido, se pretende conformar, después que hemos atravesado las diversas dificultades asumidas en el “séptimo principio”, se produce con el devenir de la naturaleza, “los brincos históricos”, de las llamadas “sociedades civiles”, al único “Estado de Ciudadanía Cosmopolita Universal”. Así pues, la Unión Jurídica Cosmopolita Universal, hará que la libertad, la equidad y la justicia en el ciudadano, vaya adquiriendo y alcanzando (con el transcurrir del tiempo), grados superiores de mejoramiento, conducta y costumbres, es decir, su ética y moral se fortalecen.

Noveno Principio: “Un intento filosófico de elaborar la historia universal conforme a un plan de la Naturaleza que aspire a la perfecta integración civil de la especie humana tiene que ser considerado como posible y hasta como elemento propiciador de esa intención de la Naturaleza” (Kant, 1994, p. 24), por lo tanto, ella misma (la naturaleza) ha provisto un secreto mecanismo de disposición, ordenación y restauración de la historia humana, de forma que su efecto propulsor e incentivador, derivado de las constantes luchas antagónica (del ser humano), a través del tiempo, ha logrado configurar un “plan histórico para él mismo”. Pareciera pues, que ella (la naturaleza), hace que el hombre “ensaye” su existir, deja que cometa errores y que de éstos mismos, logre aprehender, estimar y valorar su devenir, para así presentar ciertas mejorías en sus posteriores generaciones y que éstas a su vez, produzcan los progresos indetenibles, que son constantemente mejorados por las nuevas generaciones. Ciertamente podríamos inferir que la naturaleza tiene “los hilos conductores” que tejen la historia universal, una historia que se ha desenvuelto por aciertos y desaciertos, pero que a la larga, la naturaleza empuja al mismo hombre a ser libre en sociedad, a manejar su vida respetando al otro, controlando su arbitrio, sus deseos y pasiones, solo así, se puede vivir con justicia y dignidad.

A modo de opinión:

Kant pensó en las dificultades para llevar a cabo sus “ideas para una historia universal en clave cosmopolita” y definitivamente quedaría muy consternado con dos principios, a saber, el del antagonismo reinante en el hombre que está en constante lucha entre lo que comparte en sociedad y entre sus propios anhelos y deseos; por otra parte, tenemos su consecuente, su reglamentación como problema  a resolver, pues, al igual que como sufre el hombre, los Estados-Naciones presentan mutuo miedo por el “otro”, tal es el grado que se llenan de armamento para protegerse y pregonan insensatamente (según la visión Kantiana), “sí quieres la paz, prepárate para la guerra”, he ahí, el bloqueo que detiene el progreso de la historia humana, pues esto no permitiría fundar un Estado Cosmopolita que logre sacar al hombre de “su estado de niñez”.

Recordemos que en el derecho kantiano hay dos elementos claves en el individuo, por una parte, el arbitrio, éste apunta a lo externo del mismo[8], de forma libre; mientras que por el otro, la voluntad apunta a lo interno, siendo auto-determinado, muy personal y al provenir de la pura razón, atiende a las máximas universales. Es curioso lo que expresa un prestigioso abogado venezolano, muy conocido por el Dr. Carlos Jorge (quién le dio clase a su esposa), el abogado Naranjo (y citado en el curso de filosofía del derecho del Profesor Adames), al decir que el derecho “es un conjunto de las condiciones por las cuales, el arbitrio de cada uno puede coexistir con el arbitrio de los demás, según una ley universal de libertad” (1975, p.22), por lo tanto, el respeto mutuo debe permanecer constantemente, el respeto a mi libertad y a la libertad del otro. Por otra parte, en análisis III, se estudio la  "fundamentación de la metafísica de las costumbres"[9] y se decía que la voluntad define un carácter que infunde respeto en la elección de nuestra libertad, ella prácticamente, mantiene un equilibrio de autodeterminación, que no se encauza hacia comportamientos inaceptables y que pone la medida de lo justo; a su vez, en la elección de decidir, se permite ejercer la libertad, asumiéndose con responsabilidad, acatando las convenciones o normas, que responden a los parámetros del comportamiento de convivencia ciudadana. El arbitrio ejerce el libre albedrío; la voluntad, el compromiso en la Ley Universal.

Ahora bien, sí las leyes provienen de la voluntad, mientras que las máximas proceden del arbitrio, entonces según Kant, las leyes obligan tanto en libertad de mi arbitrio, como en mi voluntad, bajo el manto de la razón. Ese conjunto de leyes que son susceptibles a una legislación externa, se le llama derecho. La noción del derecho obliga jurídicamente a cumplir las leyes positivas, que incluyen las leyes naturales. Estas leyes imponen obligación con el deber y controlan el arbitrio, es decir, le pone límites, por ello, estamos obligados a acatar las leyes de un Estado Civil en particular y más sí se llevan a un Estado Cosmopolita como pretende la naturaleza.

Francisco Javier Cáceres
Abril de 2018


Referencias
  
Kant. I. (1873) Principios metafísicos del derecho. Traducción de G. Lizarraga, Ediciones de
     librería de Victoria Suárez, Madrid.

Kant, E. (1994) Ideas para una historia universal en clave cosmopolita. Editorial Tecnos,
     S. A., Madrid.

Naranjo, Y. (1975) Introducción al derecho. Ediciones de la Universidad Santa María,
 Caracas.




[3] Otorgada a Newton.
[4] Neologismo derivado del griego τέλεος (teleos = fin) y λογία (logía = estudio, ciencia) fijado por el filósofo alemán Christian von Wolff (1679-1754) en un manuscrito escrito en latín (Philosophia rationalis sive logica) del año 1728.
[5] De Kant.
[6] Ni se ha alcanzado.
[7] “El “Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico” de Joan Corominas (o Coromines), editado por Gredos Resumiendo brevemente el autor nos informa que la etimología, en español, la palabra ‘guerra’ proviene del franco ‘werra’ y este del proto – germánico ‘werso’ (desorden, pelea). En griego antiguo, encontramos la palabra ‘polemos’ (polemoz), de donde derivan términos como polémica, polémico. En latín encontramos la palabra ‘bello’ o ‘bellum’, de donde provienen las palabras en castellano bélico o belicoso (Corominas, 1991). En el Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española de la Lengua el término ‘guerra´ denota desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias. Lucha armada entre dos o más naciones o entre bandos de una misma nación”. Tomado de Gevier (2011), Apuntes para una definición de ‘guerra’, disponible en: https://biostheoricos.org/2011/10/08/notas-para-una-definicion-de-guerra/
[8] Del hombre.
[9] Obra de Kant de 1785, un año después de las “Ideas para una historia universal en clave cosmopolita”.



[1] La verdad es hija del tiempo.


[2] Profesora de la Universidad Católica Santa Rosa.
-