martes, 25 de octubre de 2016

FORTIS (Dios es Amor)


Ensayos

"Ensayos y Reflexiones" forma parte de los documentos y referencias académicas realizadas en lo referente a la filosofía en general, mediante una serie se selecciones reflexivas y enmarcadas en la eclética fenomenológica.

"Ensayos y Reflexiones" enfoca la enseñanza de la filosofía con estilo andragógico significativo, aunque por diversos estilos y métodos de instrucción, algunos las pretenden enseñar con pedagogía, sin entender los requisitos mínimos de las edades y su contexto histórico-cultural. Empecemos con el primer tema.


FORTIS

 (Dios es Amor)


TUTOR:
ALGARÍN ERICK                         AUTOR:
                                                        CÁCERES, FRANCISCO J.
                               



CARACAS, ABRIL DE 2016

INTRODUCCIÓN

   Una de las dimensiones del hombre que debe fortalecer, además de fomentarla y cultivarla, es el amor. Ese amor que no solo se concentra en el ser, sino es trasferido hacia lo exterior, es decir, trasciende más allá de lo físico, tal como lo explicaba Aristóteles en la primera metafísica, donde buscaba esa felicidad tan anhelada y desesperada, no deja de ser teleológica, busca dicho fin: ser feliz. Esa felicidad va mas allá de lo humano, pues ninguna felicidad es completa sin el amor a Dios. Recordemos que los fariseos llegaron a preguntarle a Jesús sobre el máximo mandamiento que se debería seguir, y Jesús no dudo en decir enfáticamente: Amar a Dios. Sin embargo no se quedó allí, dando un segundo mandamiento: Amar al prójimo.[1]
    ¿Pero que es amar a Dios?, ¿cómo se puede amar a Dios?, ¿cuál es la forma de amarlo? Seguramente amar a Dios no es solo gritarlo, no es publicar dicho amor, ni tan solo sentir ese amor. Amar significa seguir y cumplir sus mandamientos[2], esto no admite hipocresía, no admite mentiras, aunque seguir sus mandamientos hoy en día se hace difícil cumplirlos al pie de la letra. ¿Por qué se hace esto difícil? Quizás hayan personas que cumplan 100% sus mandatos, sin embargo y aunque no es escusa, todos somos pecadores y el pecado entró en la humanidad, está escrito y es bien sabido que “por tanto, como el pecado entro en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto pecaron todos.” Rm 5,12[3], por ello, vemos que no se cumple ni siquiera el amor de amar a nuestro prójimo.
    No es que se insista en la miseria humana, sino que hemos heredado el pecado, tal es el grado del bajo amor al prójimo, que lo podemos notar en las calles de Caracas, Miami, Múnich, Moscú o Tokio, ¿acaso no se observan personas recogiendo “alimentos” en la basura?, ¿acaso no vemos que hoy en día existe una guerra en Siria?, ¿qué pasa con nuestros “compatriotas” que vende la comida exageradamente cara?, ¿qué ha sido de la delincuencia que se monta hoy en día amenazando a un grupo de pasajeros para quitarles un celular?, ¿qué hay de nuestros “gobernantes” que no ponen orden en el desorden que tiene Venezuela?, ¿por qué tanta miseria humana es pálpame ante nuestra mirada?
    El amor no puede quedarse estático, el amor debe ser dinámico, de allí que el amor no se quede con la contemplación, por lo tanto, el amor debe ser acción, debe ser práctica, debe ser praxis con sentido humano. En otras palabras, ese amor debe ser solidario con el otro, con el prójimo y debe siempre moverse para que sea proyectado en las personas. Ese amor es un constante actuar, y al actuar, nos estamos llenando de auto-amor hacia nosotros mismo. Amando al otro, nos amamos automáticamente a nosotros mismo y así está escrito. Nada sirve decir o expresar a la otra persona: te amo. ¡No!, ¡no!, ¡no!, amar no es un simple te quiero, o te amo, amor implica entregarlo, pero a la misma vez, recibirlo. Pues, ¿Qué sentido tiene dar amor y no recibirlo? Cristo obedeció a nuestro Padre, y llegó a ser humano (siendo el Hijo de Dios) y bajo del Cielo para estar entre nosotros, con la finalidad de salvarnos. Aquí vemos su entrega total, vemos el amor total, el amor personal que nos ofreció Dios, es decir, vemos el máximo amor de todas las cosas que jamás nadie haya visto…un amor total: “porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado un su Hijo unigénito, para que TODO aquel que en él cree, no se pierda, mas del tenga vida eterna.”Jn 3,16[4]. ¿Qué más nos puede dar Dios, si nos ha dado el máximo valor que tenía?
   De éste máximo valor tratará la presente monografía, así como su relación con el hombre, es decir, con la persona humana. El amor está adjunto al ser humano, por lo tanto, su accionar es imprescindible, en tal sentido, su praxis también estará relacionada con las dimensiones antropológicas de la libertad, la historicidad, la sociabilidad y su forma de auto-amor a sí mismo, en tal sentido, se dará el siguiente esquema en la presente monografía titulada “Fortis”, pues siendo el amor uno de los máximos valores dados a la humanidad, éste en esencia es extraordinariamente valeroso, es un amor fortalecido en la libertad, en la Verdad, en lo máximo que todo ser humano puede llegar a conocer y sentir en su máxima expresión, nuestro Redentor: Cristo.
    Antes de esbozar el esquema de la monografía, es necesario recordar las palabras del Papa Francisco: Dios no se oculta a aquellos que lo buscan con un corazón sincero, aunque lo hagan a tientas, de manera imprecisa y difusa.” EG,71[5]. La desesperación de buscarlo es tan inmensa, que a veces nos sentimos perdidos. ¿Dónde está Dios?, digamos que lo buscamos y le preguntemos a la persona que también lo busca y nos devuelva la pregunta, ¿dónde está? La búsqueda de Dios nunca se termina, esa búsqueda de espacio-tiempo no es un punto específico terrenal, pues Dios está en todas partes, está en cada uno de nosotros, pues somos su imagen y semejanza, por tal motivo, Dios forma parte del hombre y si nos portamos mal con nuestro prójimo[6], automáticamente nos portamos mal con Dios. ¿Acaso es difícil entenderlo?. ¡Dios está en nosotros!
·         El verdadero amor (acerca de la Epístola de Juan).
·         El significado de Dios (primera Encíclica de Benedicto XVI).
·         Tres Dimensiones antropológicas de la persona (amor, libertad e historicidad).
·         La relación como dimensión antropológica del hombre. (los niveles interpersonales).
·         El valor de la persona por sí misma. (visión de Max Scheler).
·          
                        Francisco Javier Cáceres.
Julio de 2016
-Año de la Misericordia-


CAPÍTULO I
EL VERDADERO AMOR

Acerca de las Epístolas Católicas.
    Al observar el Nuevo Testamento, siete de las Epístolas Católicas no son adjudicadas a San Pablo[7], entre ellas están: la de San Santiago, la de San Judas, un par de San Pedro y un trío de San Juan. En cada una de ellas se destacan diversos tópicos, por ejemplo, en la Carta de Santiago que consta de 5 capítulos con 108 versículos, nos recalca que ante las dificultades que se presentan en la vida, uno debe pedirle a Dios con fe la sabiduría[8] necesaria para soportar con paciencia, cualquier tipo de pruebas, de las cuales, ninguna es mandada por Dios. Además expresa la práctica de obrar[9] bien como forma de la demostración de nuestra fe, pues de nada sirve oír la Palabra escrita de Dios, si no se va a la praxis, a su ejecución, a su aplicación, es decir, en ayudar a nuestros hermanos, sin discriminación[10] de ninguna clase o de cualquier índole y ser justos, tanto en la fe como en la acción. Además alerta el Apóstol Santiago en dominar la lengua, pues “con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios. De la misma boca salen la bendición y la maldición” Stgo 3, 9-10 y nos insta a tener la sabiduría que viene de Dios.
      La Epístola de San Judas consta solo de un capítulo y 24 versículos. Se advierte la infiltración de gente[11] mala en el Pueblo de Dios, pero también la certeza de que no nos deja solos, y nos recuerda como liberó a su Pueblo cuando estuvo en Egipto, además de encerrar a los ángeles desleales y sentenciar a varias ciudades, en especial a Sodoma y Gomorra por sus actos corruptos e inaceptables, así como la promesa “para juzgar a todos. Pedirá cuentas a los que se burlan del bien por todas las veces en que se burlaron, y castigará a los pecadores enemigos de Dios por todas las palabras injuriosas que profirieron.” Jud 1, 15[12]. Finalmente resalta que la Gloria es de nuestro Señor Jesucristo por toda la eternidad.
   Las dos Epístolas de San Pedro (la primera consta de 5 capítulos con 105 versículos y la segunda de 3 capítulos y 61 versículos) resalta la probidad que debe estar a prueba la fe. También  señala que con la aceptación de la vedad, se logra purificar internamente al hombre, manifestándose en el amor a los hermanos, en el respeto a las autoridades establecidas, así como también, el respeto mutuo entre los casados, además de evitar ser temerosos ante los impíos y reconocer en el bautismo la limpieza interior del hombre, así como llevar una vida con sabiduría, dedicando tiempo a orar y amar, aun siendo perseguidos. Finalmente en la Primera Carta de San Pedro, se solicita a los pastores que deben tratar de ser modelos para el rebaño y llama la atención a los jóvenes, es decir, a las ovejas, para que sean sumisos ante la autoridad de ellos[13]. La Segunda Carta invita a incrementar la fe, así como una serie de virtudes[14] (firmeza, conocimiento, dominio, constancia, piedad, amor, caridad) que son útiles en el camino de entender y estudiar a Jesucristo. Se hace una advertencia de la existencia de mentirosos profetas[15] que se filtran en el Pueblo de Dios. “Se le aplica con razón lo que dice el proverbio: ‹‹ El perro vuelve a su propio vómito ›› y ‹‹ el cerdo lavado se revuelca en el barro ››” 2 Pe 2, 22[16], de allí se evidenciará el cómo reconocerlos. La Segunda Carta termina recordando que se cumplirá la promesa[17] que todos anhelamos.
     Por otro lado, a San Juan, como se expresó al principio, se le atribuyeron 3 Epístolas, la primera posee 5 capítulos y 105 versículos; la segunda posee un capítulo y 13 versículos; la tercera al igual que la anterior, posee un capítulo y 15 versículos. La Segunda Epístola nos reitera cumplir amorosamente los mandamientos y de permanecer en la doctrina de Jesucristo[18]. La Tercer Epístola básicamente hace un llamado a la apertura de la Iglesia con las demás personas e insta a no imitar lo malo. A continuación, examinaremos con mayor detalle la Primera Epístola de San Juan.

De la Primera Epístolas de San Juan.

      En ella encontraremos el capítulo uno con diez versículos, allí se dará un testimonio breve pero contundente de la existencia de nuestro Señor Jesucristo, pues a él (San Juan) y a los otros apóstoles que lo vieron en carne, lo oyeron, lo tocaron y estuvieron con él, les dejó una orden a cumplir: “y les dijo: ‹‹ Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. ›› Mc 16, 15[19]. No solamente ir a cada rincón del mundo, ya sea una casa humilde de un pueblo perdido, una casa en lo último de una periferia o acantilado, incluso un palafito o una choza, o debajo de un puente, y si es necesario ir al banquito o los banquitos de las plazas, donde duermen y padecen nuestros hermanos sin techo, sin comida y a veces sin ropa ni fe, se les tiene que dar a conocer la Palabra en fe y en obra, pero también se debe ir a las quintas de los afortunados en riquezas materiales, a las residencias, a las modernas casas e incluso a los palacios y a las empresas, sin descuidar que nadie se quede sin conocer a Dios, en toda una metrópoli, en todo un país, en todo un continente, es decir, ir al mundo entero, para dar a conocer la Palabra, pues así está escrito: “Os anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo.” 1 Jn 1,3[20].

     “¿Quién puede decir: mi corazón es puro, estoy limpio de todo pecado? Pro 20, 9[21], por lo tanto San Juan insta a caminar en comunión por el sendero de Dios, y como sabemos que todos hemos pecado, debemos confesarlo y ser guiados en la luz de Dios. “Si no hubiera esta actitud, el sacramento de la ‹‹confesión›› no tendría valor. Pero al revés, confesar nuestras culpas en el sacramento de la penitencia ayuda fuertemente a tener el corazón abierto ante Dios.” (La Biblia Latinoamericana, 2005, p.407)[22]. Ya en el cuarto evangelio se puede evidenciar de la Palabra una característica propia: “En ella había vida, y la vida era la luz de los hombres; la luz brilló en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron” Jn 1, 4-6[23]  y como debemos deducir, esta luz aparece cuando: “Jesús les habló de nuevo diciendo: ‹‹Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá luz y vida. ››” Jn 8, 12[24] , por esto, que sea nuestro camino, la luz de Dios y por consiguiente, el único. “El camino de los justos es como la luz de la aurora, cuyo brillo va creciendo hasta el mediodía. Pero el camino de los malvados es sólo oscuridad; no saben cómo será su caída” Pro 4, 18-19[25].
      El capítulo dos consta de 29 versículos y fundamentalmente trata sobre guardar y cumplir la Palabra, obrando en el amor al hermano, pues a todas estas: “Quien dice que está en la luz, pero aborrece a su hermano, sigue todavía en tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza.” 1 Jn 1, 9-10[26]. Sin embargo, amar a nuestros hermanos no implica amar al mundo, podemos obrar (y es nuestro deber) ayudarnos primero a nosotros mismos y luego ayudar al otro (nuestros hermanos), es decir, nuestro prójimo. Amar a Dios sobre todas las cosas y amar a todas las personas, pues tenemos que reconocer el amor de nuestro Dios Padre nos otorgó al entregar lo más valioso que posee, su hijo.
       Este capítulo termina con el rechazo categórico hacia el Anticristo y como San Judas (en su Carta) lo alertará (la infiltración de gente mala en el Pueblo de Dios), San Juan ya lo certifica, diciendo: “Salieron de entre nosotros, aunque no eran de los nuestros. Pues si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Así se ha puesto de manifiesto que no todos son de los nuestros.” 1 Jn 2, 19[27]. Hoy en día, esto nos hace reflexionar, pues tratarán de desviar (y desviarnos) a muchos del camino correcto de la luz, esos falsos profetas abundarán por toda la faz de la Tierra, dividiendo y engañando a todos, negando al Hijo como al Padre, así como darán mentiras disfrazadas o simuladas por verdades. “El anticristo no es un individuo único, sino un colectivo o una pluralidad. Y eso puede hacerlos más peligrosos o más difíciles de identificar” (Biblia del Peregrino, 1995, p. 2084). Por lo tanto, debemos recibir y permanecer en la unción de nuestro Señor Jesucristo, no solo por fe, sino también por las obras y los frutos.
       El capítulo 3 tiene 24 versículos y alertan que el “pecado es rebeldía”[28], por lo tanto, si somos dignos hijos del Creador, no nos podemos extraviar de la verdadera y única luz y debemos definitivamente romper las cadenas del pecado, pues:

“Todo el que comete pecado comete una acción malvada, pues el pecado es la maldad. Y sabéis que él se manifestó para borrar los pecados, pues en él no hay pecado. Quien permanece en él, no peca; por eso, el que peca no le ha visto ni conocido. Hijos míos, que nadie os engañe: el que obra la justicia es justo, porque él es justo. Quien comete el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio, y el Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo.” 1 Jn 3, 4-8 (Biblia de Jerusalén, 2009, p.3).

      Por lo tanto, no debemos copiar cosas malas, ni mucho menos tratar mal a nuestros hermanos, no debemos hacer maldad alguna, pedir a nuestro Padre sabiduría, entendimiento y la unción de nuestro Señor Jesucristo. Tengamos fe en nuestro Dios Padre y obremos de forma correcta con todas las personas, ayudemos tanto en forma espiritual (con la Palabra) como con la acción (las obras, por ejemplo, de caridad). Si vemos que un hermano esta extraviado, ayudémoslo a caminar en la luz, pero ante debemos revisar si realmente nosotros estamos en la luz, para no ser hipócritas y no caer en desgracias. Si estamos en la luz, podremos guiar a nuestros hermanos, de eso trata el amor.
       El capítulo 4 posee 21 versículos, se enfatiza nuevamente la existencia de los falsos profetas[29] y la existencia del Anticristo, pero al ser hijos del Creador, nosotros somos ya victoriosos sobre el mundo, aunque este mundo no escuche la Palabra, debemos ayudar a estas personas a que conozca la única verdad de vida, buscando a ese hermano perdido y trayéndolo a la luz del Señor.  Éste capítulo nos invita amar nuevamente a todas las personas: “Queridos, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor.” 1 Jn 4, 7-8 (Biblia de Jerusalén, 2009, p.4). ¿Qué más amor nos puede dar nuestro Padre, al darnos a su hijo para ser salvos?, pero si alguien dudara, está escrito: “Pues éste es el mandamiento que recibimos de él: el que ama a Dios, ame también a su hermano” 1 Jn 4, 21[30].
     Felizmente, el capítulo 5 posee 21 versículos y recuerda que el amar a Dios, se debe reflejar con el fiel cumplimiento de sus mandamientos, pues está escrito: “En esto podemos conocer que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues el amor a Dios consiste en guardar sus mandamientos.” 1 Jn 5, 2-3[31]. Ahora bien, si tenemos como base en nuestras vidas a Jesús, seguramente tendremos vida eterna. “Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna y esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo, tiene la Vida; quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la Vida.” 1 Jn 5, 11-12. San Juan concluye su Carta[32] diciendo que Dios nos escucha[33] y por lo tanto, podemos pedirle conforme a la voluntad de él, y seguramente, se nos lo otorgará si obramos de buena fe en sus caminos. También termina invitándonos a orar por nuestros hermanos y finaliza diciendo: “Hijos míos, guardaos de los ídolos...” 1 Jn 5, 21[34].

     En conclusión, tenemos un nuevo amor y Dios no los dio. Ese amor que brindó a toda la humanidad, para que todos seamos salvos por la gracia divina, la misericordia y la verdad. Ahora nos podemos preguntar en forma reflexiva, ¿qué significa el amor de Dios?

CAPÍTULO II
EL SIGNIFICADO DE DIOS

De la primera Encíclica de Benedicto XVI.
     La Encíclica DEUS CARITAS EST[35]es la primera de nuestro Papa Benedicto XVI (hoy  Papa Emérito)[36], firmada el 25 de diciembre de 2005, en Roma, junto a San Pedro yen el primer año de su Pontificado. En ella se destacan dos tópicos esenciales: El primero es el amor dado y ofrecido por Dios a todos nosotros (se incluye a toda la humanidad sin excepción) y que representa la única salvación, además de la certeza del amor que nos tiene, muchos más de lo que podríamos imaginarnos, pues como es bien sabido, «Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que quien crea no perezca, sino tenga vida eterna.»  Jn 3, 16[37], y al ofrecernos este amor en el centro de nuestra fe cristiana, se “ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud.”DCE1b[38], que consagra el mandamiento de amarlo con el corazón, el alma y las fuerzas[39], en sus máximas expresiones, y uniéndolo (por medio de Jesús) en el Nuevo Testamento, expresado de la siguiente forma: «Pero hay otro muy parecido: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Mt 22, 39[40]. Éste orden será analizada en la segunda parte de la Encíclica, haciendo énfasis en el cómo cumplirlo eclesiásticamente y cumplirlo.

De la novedad epistemológica.

    En el binomio, “intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma, y en el que se le abre al ser humano una promesa de felicidad que parece irresistible, en comparación del cual palidecen, a primera vista, todos los demás tipos de amor.” DCE2b. Ésta concepción (del amor mutuo), resalta en los antiguos griegos, que “dieron el nombre de eros al amor entre hombre y mujer, que no nace del pensamiento o la voluntad, sino que en cierto sentido se impone al ser humano” DCE3a. Si bien es cierto, la palabra eros, está asociada al amor y su utilización es muy escaza en la Biblia, por lo tanto, la prudencia en su manejo es indispensable, pues hay que engranar dos palabras adicionales: philia (el amor de amistad) y agapé (del amor basado en la fe).
   Los antiguos griegos “consideraban el eros ante todo como un arrebato, una «locura divina» que prevalece sobre la razón, que arranca al hombre de la limitación de su existencia y, en este quedar estremecido por una potencia divina…” DCE4a, haciéndolos experimentar así, el gozo material más amplio y en el cual se manifestaba con la práctica de la prostitución en sus cultos, dadas en sus templos. Esta perversión hizo que se le decidiese la guerra a esta forma de religiosidad, y con ello, el eros pasó a ser rechazado, “puesto que la falsa divinización del eros que se produce en esos casos lo priva de su dignidad divina y lo deshumaniza” DCE4b, con ello, trasladaron al eros a su máxima decadencia. Históricamente  hay dos aspectos del eros; uno relacionado con lo divino, su relación con la promesa de infinidad, siendo eterno; el segundo aspecto lo llama a la disciplina, a la purificación, a su maduración, unificando esencialmente el cuerpo y el alma. “Sólo cuando ambos se funden verdaderamente en una unidad, el hombre es plenamente él mismo. Únicamente de este modo el amor —el eros— puede madurar hasta su verdadera grandeza.” DCE5b, hacia lo divino.
     El amor engloba la existencia entera y en todas sus dimensiones, incluido también el tiempo.” DCE6b, expandiéndola de esta forma, hacia la eternidad, es decir, el amor constante en la infinidad. Éstas dos locuciones, “eros como término para el amor «mundano» y agapé como denominación del amor fundado en la fe y plasmado por ella.” DCE7a, son antagónicas en la praxis, pues el eros asciende a la posesión, a su individualización, al egoísmo, a su goce, al recibimiento, a lo mío; mientras que el agapé es descendente, es decir, oblativo, del que todo lo entrega, del que da sin percibir nada a cambio. Sin embargo, estas dos palabras deben ser integrables. Ésta integralidad del amor, se puede apreciar[41]en forma simbólica, en el primer libro sagrado, pues en “la narración de la escalera de Jacob, los Padres han visto simbolizada de varias maneras esta relación inseparable entre ascenso y descenso, entre el eros que busca a Dios y el agapé que transmite el don recibido.” DCE7c y por lo tanto, en el cristiano, “la fe bíblica no construye un mundo paralelo o contrapuesto al fenómeno humano originario del amor, sino que asume a todo el hombre, interviniendo en su búsqueda de amor para purificarla, abriéndole al mismo tiempo nuevas dimensiones.” DCE8a, manifestadas en la imagen de Dios y del hombre.
   Dios es el creador de todo: “Así habla Yavé, que creó los cielos y los estiró, que moldeó la tierra y todo lo que sale de ella, que dio aliento a sus habitantes y espíritu, a los que se mueven en ella” Is 42, 5[42], también subraya su presencia y existencia como única[43]. Éste es el primer elemento singular de la imagen que tenemos de él. El segundo elemento que manifiesta la imagen de Dios, es su amor por el hombre, este amor puede calificarse “sin duda como eros que, no obstante, es también totalmente agapé DCE9a. El “amor apasionado de Dios por su pueblo, por el hombre, es a la vez un amor que perdona.” DCE10a.
      Ahora bien, la segunda novedad de nuestra fe cristiana está relacionada con la imagen del hombre, pues como es sabido desde los inicios de la creación, se observó la soledad del mismo (Adán), y entonces procedió nuestro Padre a darnos un nuevo regalo especial: la mujer[44]. Desde esta perspectiva, se puede inferir la búsqueda de la felicidad fuera de sí mismo, es decir, en su complemento. Así pues, “el eros está como enraizado en la naturaleza misma del hombre; Adán se pone a buscar y «abandona a su padre y a su madre» para unirse a su mujer” DCE11b; y en esta unión, se convierte en una sola carne[45], dando una segunda perspectiva, la cual radica en que “el eros orienta al hombre hacia el matrimonio, un vínculo marcado por su carácter único y definitivo; así, y sólo así, se realiza su destino íntimo.” DCE11b.
     Puesto que en el Antiguo Testamento se ha escrito quién es Dios y cómo ama a su pueblo, ahora Jesucristo pasará a encarnar este amor en el Nuevo Testamento. “Este actuar de Dios adquiere ahora su forma dramática, puesto que, en Jesucristo, el propio Dios va tras la «oveja perdida», la humanidad doliente y extraviada.” DCE12a. Entender este amor, desde su crucifixión. Jesús en la última cena, “anticipa su muerte y resurrección, dándose a sí mismo a sus discípulos en el pan y en el vino, su cuerpo y su sangre como nuevo maná” DCE13a, produciéndose así el enlace entre Dios y el hombre, mediante la Eucaristía. Por lo tanto, la “unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los demás a los que él se entrega. No puedo tener a Cristo sólo para mí; únicamente puedo pertenecerle en unión con todos los que son suyos…” DCE14a y de los que puedan ser adicionalmente en el futuro. Esta comunión nos hace salir de nosotros mismo, para ir en búsqueda de él (nuestro Señor Jesucristo), y que de este modo y en forma simultánea, estamos en unidad con todos nuestros hermanos.  De allí, que estemos motivados a ayudar al prójimo, pues el mismo Jesús ya nos instruyó con sus parábolas. Vemos (por ejemplo) cómo fue el actuar en la ayuda del Samaritano[46], hoy en día, podría ser una persona carente de alimentos, ropa, calzado o cualquier otro necesidad, incluso espiritual, y nuestro deber (como cristianos), es ayudar desde el amor, la solidaridad y la práctica; pues el amor a “Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios” DCE15a. Por lo tanto, el hombre debe amar al prójimo, al hermano[47], y si aborrece a alguien, entonces no ama a Dios verdaderamente y pasa a ser un mentiroso. Por ende, “la afirmación de amar a Dios es en realidad una mentira si el hombre se cierra al prójimo o incluso lo odia.” DCE16a. El hecho de que no podamos ver a Dios, no valida su inexistencia, ¿acaso no vemos sus maravillas?; ¿acaso Jesús no existió?[48], en consecuencia, es necesario anunciar que nuestro Señor no ha estado ausente en la historia sucesiva de la Iglesia: siempre viene a nuestro encuentro a través de los hombres en los que Él se refleja; mediante su Palabra, en los Sacramentos, especialmente la Eucaristía…percibimos su presencia” DCE17a.Este amor nunca termina, siempre está vivo. El binomio del amor a Dios y del amor al  prójimo, siempre estarán adheridos mutuamente, pues, “ambos viven del amor que viene de Dios, que nos ha amado primero. Así, pues, no se trata ya de un «mandamiento» externo que nos impone lo imposible, sino de una experiencia de amor nacida desde dentro” DCE18a.

Del cómo cumplir la novedad.

    Nuestra Iglesia en sus diversas actividades, debe manifestar “una expresión de un amor que busca el bien integral del ser humano: busca su evangelización mediante la Palabra y los Sacramentos” DCE19b, de la cual, la ha venido haciendo desde siglos y de acuerdo con el amor unificado. Es por ello, que la caridad convalida la tarea de ella misma, por ello, el “amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es ante todo una tarea para cada fiel, pero lo es también para toda la comunidad eclesial” DCE20a, en especial, para la Iglesia. Para llevar a buen término el servicio (de caridad) y de forma organizada, se implementó la solución de “la elección de los siete varones, que fue el principio del ministerio diaconal” DCE21a, y con el pasar de los años, este ejercicio de caridad (atender al prójimo), se estableció como esencial, pues, el “practicar el amor hacia las viudas y los huérfanos, los presos, los enfermos y los necesitados de todo tipo, pertenece a su esencia tanto como el servicio de los Sacramentos y el anuncio del Evangelio.” DCE22a, esta diaconía representa la estructura jurídica del servicio, que tiene “la responsabilidad sobre el conjunto de las actividades asistenciales, el servicio de la caridad” DCE23a. Ya, el emperador Juliano el Apóstata, había confirmado que “la caridad era una característica determinante de la comunidad cristiana, de la Iglesia.” DCE24a. Recordemos dos detalles importantes de la Encíclica, una tiene que ver con la naturaleza de nuestra Iglesia que “se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia).” DCE25a, y las desarrolla con inconmensurable pasión, empeño y cuidado, sin descuidar a ninguna. La otra, al ser la Iglesia familia de nuestro Padre, se debe garantizar la ayuda y “no debe haber nadie que sufra por falta de lo necesario” DCE25b, pero teniendo especial atención a nuestros propios hermanos[49].
     Ahora bien, el pensamiento marxista estipula que la “obras de caridad —la limosna— serían en realidad un modo para que los ricos eludan la instauración de la justicia y acallen su conciencia, conservando su propia posición social y despojando a los pobres de sus derechos.” DCE26a, sin embargo, esta argumentación tiene errores, pues la Iglesia, desde tiempos antiguos, ha sido perseguida y atacada por su doctrina social y antes del pensamiento marxista, ya estaba practicándola y no gritándola, así, este sueño de instalar un colectivo social de los medios de producción con las revoluciones, “se ha desvanecido” DCE27a, de ahí que, la “sociedad justa no puede ser obra de la Iglesia, sino de la política. No obstante, le interesa sobremanera trabajar por la justicia esforzándose por abrir la inteligencia y la voluntad a las exigencias del bien.” DCE28f, recordemos que no sólo de pan vive el hombre[50], así que, esta concepción materialista (la marxista) “humilla al hombre e ignora precisamente lo que es más específicamente humano” DCE28g, es decir: el amor (caritas). La acción “en favor de un orden justo en la sociedad es más bien propio de los fieles laicos. Como ciudadanos del Estado, están llamados a participar en primera persona en la vida pública.” DCE29b, es así que se utilizan las estructuras del servicio caritativo que contribuyen llegar al prójimo necesitado, tenemos así, los medios de comunicación, que siendo rápidos, se “ha acortado en cierto modo la distancia entre los hombres y todos los habitantes del mundo” DCE30b, pudiéndose dar una respuesta casi inmediata. Otras estructuras son, las entidades eclesiales “que se hacen cargo de múltiples servicios” DCE30d, entre ellas está la diocesana y el voluntariado. Se advierte que “es muy importante que la actividad caritativa de la Iglesia mantenga todo su esplendor y no se diluya en una organización asistencial genérica, convirtiéndose simplemente en una de sus variantes” DCE31a, a esto se le llama, el perfil específico de la caridad. Y con toda claridad, “el verdadero sujeto de las diversas organizaciones católicas que desempeñan un servicio de caridad es la Iglesia misma” DCE32a, en cambio, los colaboradores han “de ser, pues, personas movidas ante todo por el amor de Cristo, personas cuyo corazón ha sido conquistado por Cristo con su amor, despertando en ellos el amor al prójimo” DCE33a, y no por otro interés, en tanto, su “actuación práctica resulta insuficiente si en ella no se puede percibir el amor por el hombre, un amor que se alimenta en el encuentro con Cristo” DCE34a, y este servir[51] nos conduce a él, pues cuanto “más se esfuerza uno por los demás, mejor comprenderá y hará suya la palabra” DCE35a. Otro punto esencial en nuestro obrar, es no descuidando la oración, pues es el “medio para recibir constantemente fuerzas de Cristo. Quien reza no desperdicia su tiempo, aunque todo haga pensar en una situación de emergencia y parezca impulsar sólo a la acción.” DCE36a, así, el que ora busca “el encuentro con el Padre de Jesucristo, pidiendo que esté presente, con el consuelo de su Espíritu, en él y en su trabajo.” DCE37a, y a pesar de los malos momentos que pueda vivirse, “los cristianos siguen creyendo, a pesar de todas las incomprensiones y confusiones del mundo que les rodea” DCE38a, pues creemos en su amor[52] y por lo tanto, nuestra fe, la esperanza y la acción en la caridad, deben ser íntegras en cada uno de nosotros, es decir, en el amor, “porque hemos sido creados a imagen de Dios” DCE39a, quién es amor.

De la conclusión de la Encíclica.

   Son los Santos los que “han ejercido de modo ejemplar la caridad” DCE40a, puesto que han tenido fe, esperanza y sobretodo amor a Dios y al prójimo, entre ellos[53] contamos: San Martín de Tours, San Antonio Abad, San Francisco de Asís, Santa Teresa de Calcuta, cada uno con sus particularidades, pero con el mismo profundo y divino amor.  Sin embargo, entre “los Santos, sobresale María, Madre del Señor y espejo de toda santidad.” DCE41a, ella enaltece a Dios, con su humildad, acepta ser olvidada en la vida pública de su hijo, no llama la atención y no persigue ser el centro de atención, ella permanecerá de pie en la cruz[54] y solo en el Pentecostés, los discípulos volverán a reunirse junto a ella[55]. Por ser la elegida de Dios para traer al mundo a Jesús, su ejemplo y amor, “María se ha convertido efectivamente en Madre de todos los creyentes.”DCE42a, pues ella misma fue testigo de ese amor que Dios nos ha otorgado. Por último podemos preguntarnos, ¿no tiene límite el amor de Dios?


CAPÍTULO III
TRES DIMENSIONES ANTROPOLÓGICAS EN LA PERSONA.

Visión Global

     Según Albornoz (1980), afirma en sus reflexiones íntimas, que “la persona humana es un mundo misterioso, complejo y fascinante a la vez. Su evolución y progreso se  desarrolla siempre entre la felicidad y la tragedia, entre la zozobra y la paz…” (p.49).Centrémonos entonces, próvidamente a detallar éste mundo particular, del cual se revela un misterio, tanto de existencia como de creación divina, pues como ya sabemos de antemano la relación de nuestro Padre (visto en el capítulo I de ésta monografía) con todos nosotros (los humanos) expresada y manifestada en el amor; también es justo y necesario recordar nuestro origen, tal como está escrito: “Entonces Yavé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre tuvo aliento y vida” Gen 2,7[56]. He aquí un primer misterio tan complejo yal mismo tiempo maravilloso que representa la aparición del ser humano en el mundo, que difiere considerablemente de las arrogancias y soberbias ateístas pretendidas en las teorías evolucionistas, que en vano han ignorado a Dios, pero que a la vez ha causado mucho daño a la humanidad, entre ellas el odio, el desprecio, el descrédito de quienes creemos en Dios y de sus enseñanzas bíblicas que hoy sabiamente la Iglesia nos transmite, así como los valores intrínsecos que se dan.
El amor
     El mismo Albornoz (1980) manifiesta que “el amor no se puede definir, solamente lo podemos describirlo. Solamente hay amor cuando dos personas se encuentran, no cuando dos cuerpos se juntan” (p.50). Comprender ésta forma de pensar, nos induce a explorar en estas líneas cortas pero de vital importancia, su esencia. Pues bien, para él, ese encontrase se relaciona en forma de binomio equitativo, en que la igualdad dignificada es valorada por igual, siendo simultáneamente recíproca. Además debe tener la misma frecuencia de sintonía, manifestándose en las formas de “cariño, el corazón, los ojos, todo” (Albornoz, 1980, p.51). Dicho este tipo de amor, se puede indagar preguntando, ¿cómo se muestra o se expresa el amor, una vez ocurrido el encuentro?. Básicamente la respuesta deriva de un deseo de estar próximos, es decir, juntos, de acompañarse en la vida, de ir unidos en ella, sin separarse. Se destacan ejemplos de esta concepción amorosa, la que sucede en la madre con su hijo; la de familiares que se escriben desde tierras lejanas, pidiendo información mutua y posibilidades de visitas a sus hogares (algunas veces son planificadas y acordadas); los llamados amigos, de los cuales tienen interés de pasárselas juntos; y por supuestos, la de los eternos amantes enamorados, que quieren verse todo el día y su mente solo está predispuesta para esa novia (en caso del hombre), o novio (en caso de la mujer). Todo lo expuesto se reduce al acompañarse mutuamente, compartiendo sus vidas, su tiempo, su espacio, sus metas, sus anhelos, sus esperanzas, sus pensamientos, sus angustias y sus dichas, siendo el uno para el otro y compartiendo recíprocamente.
     Otra cuestión fundamental que Albornoz plantea, es el cuándo de la apertura del amor y del cuándo no la hay; pues bien, la naturaleza ha sido sabia, ya desde tiempos pre-socráticos se hablaba de las partículas de atracción, así como de las de repulsión. Albornoz, manifiesta que “cuando dejamos que la fuerza de atracción domine en nosotros, nos estamos abriendo al amor” (1980, p.51), así pues, según esta forma de pensar, se llega a un amor no esterilizado, y no se obtiene una infame vivencia amorosa. Ahora bien, lo expuesto por Albornoz (1980), el amor verdadero viene a darse en tres aspectos íntimamente compenetrados: “encuentro, estar juntos, compartir” (p.51), pero llamando la atención en la existencia de las fuerzas repulsivas, que serán la causa de que dicho amor, no sea perfecto y se liberen las luchas de dominación de un bando contra el otro, convirtiéndose así, en egoísmo mutuo.
    Por otra parte, existe una pregunta básica, la cual invita a una funcionalidad, es decir, el para qué. Al amarse a esa persona amada, ¿se debe pensar realmente en función del para qué? Quizás no pueda darse una respuesta racional a esta pregunta, pues induce la pregunta a algún interés y se establece una utilidad del para qué, siendo esto, motivo de desprecio indigno y utilitarista pensar en ese: ¿para qué amo?, llevándolo al vacío y a la desdicha. Por ejemplo, una chica que se enamora por interés, en un chico que la fortuna le sonríe, pierde la gracia al saberse que su motivo es aquella fortuna y no el chico como persona que se valore dignamente. Según Albornoz (1980), “amamos, porque nosotros, como personas estamos hechos para los demás, de tal manera que decir persona y decir nosotros es la misma cosa” (p.52), además menciona que existe una fuerza constante que impulsa a los seres humanos hacia los demás, llamada sexualidad, siendo la atracción de varón y hembra, la manifestación primordial existente en el planeta; aunque el mismo autor manifiesta que la atracción de amistades, de familiares, también puede calificarse dentro del concepto de sexualidad. También expresa, que se ama porque vivimos rodeados de personas, “amamos, finalmente, porque no podemos vivir sin los demás, sin una sonrisa, sin una persona en el cual reflejar nuestro rostro.” (Albornoz, 1980, p.53).
    Se explica que la mayoría de los desenlaces trágicos de desamor, tales como el suicidio, la violencia hacia la otra persona, la venganza u otra índole que implique los bajos impulsos de ira, rabia o celos, se fundamentan en la no correspondencia del anhelado amor, ya sea hacia dicha persona potencialmente amada o un excesivo amor a uno mismo; del querer no sufrir, del no aceptar en la otra persona su forma de amar y de los posibles errores de percepción, a veces equivocaciones que hace la persona sobre la otra, sin saber la realidad de aquella persona, basada en puros supuestos. Por ejemplo, nuestra estimada Santa Rosa de Lima fue amada y deseada en su juventud por distinguidos caballeros (cuenta los registros históricos de la inmensa belleza de la mujer de cabellos largos, cara perfilada, ojos expresivos), los cuáles intentaban azuzarla hacia el matrimonio, más sin embargo, ella también los amó, pero no en el sentido carnal que ellos perseguían, sino por medio de Cristo, he aquí una diferencia de percepción del amor, en el cual se ama, pero no de la misma manera que se espera.
   Para finalizar esta dimensión antropológica del ser humano, se ama porque se asume la libertad individual, exteriorizada de dos maneras, ya sea por represión en sus fuerzas instintivas o de entrega, la cual se expresa básicamente con el cuerpo, pues como lo señala el mismo Albornoz (1980): “no hay otra forma de expresarse que no sea en él” (p.53). Sin embargo, la mayoría de las personas maltratan a la otra por no aceptarlas como su realidad existencial es, así lo hace ver el filósofo ateo Jean Paul Sartre en su obra teatral estrenada en el Théâtre Antoine de Paris, el 8 de noviembre de 1940, cuando Lizzie le pregunta a Fred: “¿Es verdad lo que me dijiste de que yo..., que fuiste feliz conmigo? Contéstame. ¿Es verdad?”[57], después de todo, ya Fred la había maltratado y ahora pide la clemencia de estar con ella, así es la conducta estadística de quienes pretenden amar, olvidando a la otra persona, esto encaja hoy en día, por ejemplo, nuestro país tiene altos índices de violencia de género, es decir, se maltrata mucho a la mujer, se le abandona, se le engaña y se le humilla. Ellas pasan a ser madres solteras, pasan a ser madre y padre a la vez, pasan trabajo y a veces pasan a ser la Fantina[58] de describe Víctor Hugo.
La libertad
     Se ama queriendo y este querer se asume desde la libertad, la decisión voluntaria (sin intereses) de entregarse a la otra persona, es ese amor, que se presume y debería ser mutuo, siendo también decisión absoluta de la otra persona, dada lógicamente en libertad, llegando a ese compartir amor y de recibirlo de igual a igual, es lo deseado. Ya el famoso español Villapalos (1998) lo había dicho: “la libertad es un bien deseable, pero a la vez constituye una llamada a la responsabilidad, a tomar las riendas del propio destino” (p.293).  Ésta libertad no quiere decir, hacer lo que alguien desea hacer, sino más bien, hacer las cosas como se deberían hacer, respetando las leyes, las normas, las costumbres, los códigos de ética y siguiendo la palabra de Dios, pues todo tiene su tiempo. Al decir la palabra seguir, se asume su práctica, pues conocer los conceptos o definiciones de ciertos valores, si no lo aplicamos a nuestras vidas, sería estéril y hasta hipócrita. La forma de comportarnos en libertad, así como las decisiones y convicciones que asumimos y de las cuales accionamos, presentan valores, por lo tanto, “el valor es la convicción razonada y firme de que algo es bueno o malo” (Tierno, 1992, p.11). Los valores morales amoldan a los valores intelectuales, estéticos, culturales, utilitarios entre otros, y a su vez, amoldan al ser, a la persona, de ahí su plena importancia en el desarrollo de la personalidad.
     Así pues, la libertad debe ser manejada con responsabilidad, focalizándola en el mutuo respeto de la sociedad, con la sana y correcta relación del yo interno, con el exterior, es decir, en el medio o contorno social en que uno se desenvuelve. Dicha libertad se consigue explorando e indagando tan anhelado amor en libertad, pero generalmente no se consigue, pues sus raíces son profundas, puesto que ninguna sociedad lo puede dar; tanto es así, que se precipita, a pesar de su búsqueda de un mundo ideal en libertad, no logra encontrarlo, no llega a ser inmanente en él. Entonces se convierte en frustración y pasa inmediatamente a identificarse con la radicalidad humana, hundiéndose más, llegando desesperadamente a buscar razones lógicas de su situacional en el mundo, buscando esa verdad que lo libere de su hundimiento, y solo Dios nos conduce a la libertad absoluta, ya se había escrito: “y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” Jn 8, 32[59].
    Por otra parte, la libertad en primer lugar, debe ser compartida con los demás, pero todo en el debido y correcto respeto, el respeto mutuo del uno por el otro, sin despreciar a nadie, ya sea por su manera de ser o su personalidad, se le debe respetar y no debemos ser muros o piedras de tropiezos para otros. En segundo lugar, nosotros mismos no podemos ser auto-tropiezos, es decir, no nos podemos auto-sabotear nuestro camino, nuestras metas o posición ante la vida. Si tropezamos o hacemos algo mal, no nos debemos quedar con la queja o el lloriqueo, sino más bien, levantarnos y hacer las cosas mejor que antes, para así avanzar y de ser posible, buscar la ayuda de otras personas y pedirle a Dios que nos ilumine para mejorar y seguir nuestro camino. El Rey Salomón le pidió a Dios sabiduría, y le fue concedida. En tercer lugar, para obtener una buena libertad, uno no debe ser superficial, es decir, no hacer las cosas por encimita, sino indagar y buscar las raíces a las soluciones de nuestros problemas y dejando de ser miedosos (éste sería el cuarto aspecto de la búsqueda de la libertad), en la cual, se debe arriesgar un poquito más y de ser necesario, luchar hasta el fin, eso sí, respetando al prójimo y la ley de Dios. También hay que ser agradecido con las personas que han aportado y moldeado eficazmente nuestra conducta y comportamiento, los padres que nos han proporcionado alimento, abrigo y amor; así como los docentes que han aportado las bases cognoscitivas y éticas; y de muchas otras personas que han influido en nuestro ser, ya sean cantantes, personajes históricos, deportistas, mujeres bellas u otras personas, pero sobretodo hay que acordarse de Dios, quién es semejante a nosotros y él sabe lo que es mejor para nosotros, además de ser justo y misericordioso.


La historicidad
       Ésta otra dimensión antropológica que poseemos la mayoría de las personas que han podido llegar a este mundo (pues hay otras que por diversas circunstancia no lograron nacer), es la que tiene que ver con la formación y evolución de su vida, es decir, su historia. Dicha historia no es singular, es decir, no viene aislada, viene compartida y entrelazada con otras historias, quizás con diversos matices, pero sin lugar a duda, toda historia particular viene influenciada por otras historias. Según Albornoz (1980), toda historia “está constituida por todo el cúmulo de experiencias que voy viviendo día tras día, experiencias dulces o amargas, felices o dolorosas, duras o sencillas” (p.59). Estas experiencias deben ser conscientes para catalogarse de verdadera experiencia, es decir, si hay experiencias superficiales en nuestro pasado, no se posee una auténtica experiencia. Ahora bien, las experiencias (según este autor), deben tener tres dimensiones básicas, a saber: pasado, presente y futuro. Saber una situación pasada y haberla asimilado en el presente, desde la perspectiva de cuáles errores no se deben volver a cometer, de evaluar aquella situación del cómo se desarrollaron los acontecimientos, de valorarlos, de estimarlos y a veces de juzgarlos (se hizo bien o mal), nos empuja hacia adelante y no nos deja en el pasado solo con esas valoraciones, sino más bien, nos proyectamos a mejorar lo sucedido en el futuro, de realizarlo mejor, por lo tanto, representa la mejor manera de decir que se ha alcanzado experiencia, incluso, experiencia de vida, evitando la superficialidad que puede mal llamarse buena.
      Ya lo decían los pre-socráticos que nada es estático, todo fluye, todo cambia. Esto quiere decir que una persona no es la misma todo el tiempo, cada día toma mayor experiencia y se desenvuelve mejor que antes (solo la arrogancia y la soberbia lo convierte en animal sin sentido humano) y al no manejar sus errores (pues puede trasladarlos al presente y llevarlos al futuro), siguiendo el mismo patrón de comportamiento (visto por otros, tan errado y superficial) que comete una y otra vez: el mismo error. Por ejemplo, los ladrones al cometer delitos, observan sus errores y si no son aprehendidos inmediatamente, se van especializando en sus fechorías y cada robo que hacen, lo ejecutan con menos errores que los anteriores. También sucede con las experiencias de los asesinos u homicidas, quienes ejecutan a la víctima y se percatan al detalle, en las formas y maneras de hacer el crimen, dejando y analizando incluso la escena del sucedo hasta “limpia”. Finalmente, podemos concluir que todas las personas tienen historias, pero saberlas llevarlas y ser mejores personas, debe ser nuestra consigna. Nuestro sentido lógico no debe ser superficial, no hay que subestimar a nadie (lo hemos visto en la actual Copa América, donde la selección de Perú terminó sacando a Brasil, y nuestra selección se la jugó hoy con la de Argentina). La experiencia pues, constituye una más de nuestras dimensiones antropológicas. Entonces, podemos finalizar preguntándonos: ¿Qué otra dimensión importante puede constituir a la persona humana?


CAPÍTULO IV
LA RELACIÓN COMO DIMENSIÓN
ANTROPOLÓGICADEL HOMBRE

Visión Global

     El Licenciado en educación, Barbera, G. (2004), afirma en su ensayo filosófico que “la esencia del hombre se concibe como en relación con el otro; es decir, no existe el hombre como individuo, sino como complementado por la presencia del otro ser humano.” (p.157), esto denota, según lo argumentado, que nos vemos inmersos en la presencia de la reducción del aislamiento del hombre, que a su vez incide en su área de influencia o convivencia, así como en su forma existencial y del relacionarse con los otros; pues estar excluido o ser un misógino en la actual sociedad, con tendencia globalizadora, es impensable, inconcebible e inaudito. Por otra parte, si consideramos la tercera región del ser, expuesta en la filosofía existencialista y humanista de Jean Paul Sartre[60], se constatará la mirada del otro, es decir, la presencia y la confirmación de que no estamos solos en el mundo, revelando  de este modo, que somos y formamos parte de él. También, en el presente capítulo, se analizará, a partir del ensayo de Barbera, las diferentes tipologías y los niveles de interacciones con las demás personas, desde lo trascendente y lo ontológico; así como las relaciones de dominio, la indiferencia, el entendimiento, el amor y la confianza, encuadradas en su estudio “fenomenológico transcendental” (Barbera, 2004, p.157) y “dentro del marco del proceso educativo”(Ibídem, p.163).

Lo trascendente y lo ontológico del hombre.

      El Doctor Schmidt Ludwig[61] (2012), ha manifestado que el género humano está ajustado a un contexto social, que involucra su esencia activa, su espacio y su tiempo, en una continua “búsqueda de la verdad, la bondad y la belleza trascendentes, para ello, requiere de su ser-en-relación, de su ser-en-participación y de su ser-en-convivencia.” (p.69). Siendo éste un ser humano con dimensiones integrales que involucran la forma de relacionarse con el resto de las personas, avalando la afirmación de que “el hombre es relación con el otro” (Barbera, 2004, p.159). Tales dimensiones antropológicas están adjuntas a este relacionarse con el otro, así tenemos la biológica, que busca cubrir las necesidades básicas de alimentación, de supervivencia, de seguridad y que simultáneamente involucra a la par de ésta, la dimensión psíquica, la cual perseguirá desarrollarlas con las necesidades intelectuales del querer aprender y adquirir conocimientos, tanto seglares como espirituales. En este sentido, se destacarán las ideas de grandes educadores de la famosa escuela activa[62], a saber, la de María Montessori, con sus tres principios en la enseñanza del estudiante: la libertad, la actividad física y el respeto a la individualidad e intimidad del educando; la de Edouard Claparede, quién hace énfasis en la individualización de la enseñanza y mantuvo que no todos aprendemos por igual, de allí la importancia del docente en atender dichas particularidades; la de Ovide Decroly que involucra lo aprendido con la práctica; la de Celestin Freinet que ofrece material de apoyo y modelos a seguir, para que se guíen sus estudiantes y no cometan los mismos errores; la de John Dewey que señala la obligatoria armonía y respeto que debería fomentar un buen educador hacia sus condiscípulos; la de Alexander Sutherland Neill, que permite la relación de participación protagónica del educando en el sistema educativo, ésta involucra desde la elección del cómo ser evaluados, así como de poder democráticamente elegir o destituir a los docentes y sus autoridades.
     Vista esta relación del hombre, en el aspecto de la educación, podemos extrapolarla más allá del aula y llevarla a la sociedad. Evidentemente el hombre es un ser social y presenta esta dimensión de lo individual-personal a lo colectivo-humano, es decir, no solamente se manifiesta la dimensión biológica-psíquica, sino además, está inmersa la social. Para analizar esta parte, Barbera (2004), hace referencia a su estudio, señalando que:

“El sistema filosófico por el cual se opta en este trabajo es elHumanismo, entendido como la opción antropológica que coloca al hombre como centro, protagonista y razón de ser de todo proceso de aprendizaje,como fundamento de las opciones éticas y como horizonte desde el cual se le da sentido existencial a la vida.”(p.158).

 Así pues, esta corriente filosófica e ideológica del hombre y renovada en el renacimiento, cercana a la segunda mitad del siglo XIV, se instala como programa cultural en las universidades italianas, en donde el humanismo tiene la “confianza en el poder del hombre de proyectarse a sí mismo en el mundo enseñoreándose de su destino…que es un ser que forma parte integralmente del mundo, esto es, que vive en la naturaleza y en la historia” (Desiato, 1995, p.146). En tal sentido, lo realiza con libertad, incluyendo a Dios; esto ya lo había manifestado Erasmo de Rotterdam con su binomio de cooperación compuesto entre el hombre y el Creador, además de que, el hombre al ser imagen y semejanza de Dios, no puede ser etiquetado como malo, aunque los reformadores dirán lo contrario. El hombre humanista busca su salvación, pues el pecado original lo heredó y es necesario buscar la verdad y la vida eterna por medio del Redentor, por medio de Cristo.
Ahora bien, “se plantea entonces, una concepción antropológica, que parte del hecho de que el hombre no sólo existe en el mundo como si fuese una isla solitaria, sino que se relaciona con el mundo” (Barbera, 2004, p.159) y por supuesto, con los demás hombres. Vemos la interacción social existente hoy en día, hoy las tecnologías han potenciado y masificado esta interrelación globalizadora. Es difícil ver hoy en día a un ermitaño, un hombre solitario en la vida, sin trabajo, sin estudio, sin familia, sin nadie con quien pueda compartir sus ideas, sus anhelos, sus angustias y sus aciertos.
     El hombre debe buscar respuestas a su existencialismo, preguntas como: “¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? ¿Qué es el hombre? ¿Qué es la felicidad? ¿Por qué la muerte? ¿Por qué la injusticia? ¿Por qué el amor?” (Barbera, 2004, p.159) deben ser respondidas, de allí que nazca la necesidad del hombre en adquirir una actitud fenomenológica que permita“aprehender y observar la intencionalidad de los procesos psicológicos como estructura constitucional y pre-reflexiva de la experienciahumana.” (Sassenfeld y Moncada, 2006, p.94). También se debe estudiar la parte ontológica del ser en cuanto ser, dando o aproximándonos a explicaciones racionales con sentido lógico válido, de los fenómenos físicos o naturales, siendo el ser humano, parte de este fenómeno natural, pues no olvidemos que somos seres bio-psico-sociales. Bio, porque tenemos un cuerpo biológico con vida, que anhelamos la vida eterna; psico porque nos manejamos por medio de un estructura biológica especial: el cerebro, el cual posee una serie de funciones, entre ellas, la del logos, es decir, del pensar; y social porque nos relacionamos con la o las personas, esta dimensión antropológica forma parte esencial de nuestro actuar, de nuestro convivir en comunidad.
     Ahora bien, Barbera (2004) nos insiste que “el ser humano no existe, ni puede desarrollarse como persona, sino en la intercomunicación personal. En efecto, el yo íntimo de la persona, sólo es tal, en la medida en que se trasciende a asimismo en la intersubjetividad.”(p.159), de allí que se necesita al otro, es decir, la relación con las demás personas, conllevando consigo, el poder avanzar como seres humanos dignos, que sabemos oírnos, respetarnos y apoyarnos los unos a los otros, tal como se nos ordenó en el amor por el prójimo, pues si no a se llega a amar a los seres humanos, a nuestros hermanos en Cristo y a todos en general, no podremos mejorar nada, ya estaba escrito que después del primer mandamiento de amar a Dios , tendríamos que prestar atención a otro que dice: “y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”” Mt 22,39[63].
Por lo tanto, las personas deberían ayudar a otras personas, a la sociedad, debido a que el hombre pertenecen a dicho contorno social, éste se relaciona efectivamente con el resto y es a su vez protagonista y partícipe de esta relación social, es decir, para estar y convivir la vez en armonía con su medio social, tiene que involucrarse en el cambio de forma positiva en ella, pues dicha sociedad influirá recíprocamente en la persona, ya sea en forma directa o indirecta, pero lo seguro es que influirá. “Amando a los hombres amamos a Dios, y amamos a Dios porque amamos a los hombres” (Napolitano, 1990, p.17). Así pues, lo señala Gevaert (1976),los problemas antropológicos se imponen por sí mismos, irrumpen en la existencia y se plantea por su propio peso. La existencia, al hacerse problemática, requiere una respuesta y obliga a tomar posiciones” (p.14), en tal sentido, el hombre se auto descubre y descubre al otro, pero hay que acotar una cuestión importante, este relacionarse no debe centrarse en el egoísmo, es decir, un personalismo innato, donde el centro es un vulgar “yo·, ni tampoco debe caer en un colectivismo materialista, donde la masa es más importante que el mismo ser, es decir, el individuo común y corriente.

Niveles de relación interpersonal

 Barbera (2004), señala cinco niveles de relación interpersonal, a saber: “la relación de dominio, la relación de indiferencia, la relación desde el entenderse, relación desde el amarse y la relación desde el confiarse” (p.161-163). La primera versará en la subyugación del uno por el otro, donde uno de los dos extremos (aquí se deduce la presencia en forma singular o plural de los actores: dominador(es) y dominado(s)), tendrá o pretenderá el dominio sobre otro, bajo las modalidades de sometimiento, manipulación, extorción u otra índole parecida. Como claro ejemplo sociológico, se ve marcado en la llamada lucha de clases. A este respecto, según el Diccionario básico de categorías marxistas (2009), define esta lucha de clases, de la siguiente forma:

“No es un enfrentamiento entre individuos aislados (por enemistades o envidias personales). Es un conflicto histórico entre grandes conjuntos de personas: las clases sociales. Esta confrontación divide a la sociedad en opresores y oprimidos: esclavistas y esclavos, patricios y plebeyos, señores feudales y siervos de la gleba, terratenientes y campesinos, burgueses y trabajadores. Esta contradicción impulsa el desarrollo de la historia.” (p.8).

     Así pues, el dominar al otro, representa un acto egoísta e inhumano, donde la dignidad de la persona se ve pisoteada y por ende, se pierde la esencia humana. Recordemos que “el hombre debe ser respetado por la dignidad particular que le es propia. No tiene sólo deberes, sino también derechos. Derecho a forjar su destino; derecho a vivir en libertad; derecho a ser persona; derecho a vivir como persona…” (Napolitano, 1990, p.21). Esta relación de dominación se observa (por desgracia), en algunas instituciones educativas que no supervisan ni hacen seguimiento a su personal (que para colmo de males, quienes imparten clases, no tiene el perfil ni el componente docente, ni mucho menos la vocación de enseñar, solo tienen el placer de amedrentar con prepotencia, arrogancia y falta de paciencia hacia aquellos que pretenden enseñar, así lo insinúa Barbera (2004), cuando señala queel profesor es concebido como el dominador, el que representa la autoridad, el que siempre tiene la razón y el poder dentro del proceso educativo.” (p.161), cosa que se aleja de la pedagogía humanista y que la ignoran estos mal llamados docentes, olvidando los principios de: Ivan Illich en su deseo de evitar la deserción escolar, evitando que el estudiante se vaya del aula, de la institución, a veces, por culpa de un rol docente mal ejecutado; la de Paulo Freire que resalta la función del educador hacia la liberación del hombre, no solo enseñando al estudiante, sino induciéndolo a su liberación; la de Skinner con su enfoque tecnológico, quién propone el uso de las tecnologías como recurso adicional del proceso enseñanza-aprendizaje; la de Roger Kaufman que toma las necesidades que carecen sus estudiantes y re-evalúa su sistema de enseñanza, según las características de su audiencia, hace constantes cambios para obtener mejores resultados, semejantes a los principios de Robert Gagne y Leslie Briggs.
    La otra relación que se estudia en este capítulo, es la de indiferencia “en donde el otro puede ser cualquiera, en donde cada individuo se transforma en un número, en un código, en un dato, en uno más de la masa; en un voto, en un soldado,…” (Barbera, 2004, p.161), no importando su nombre, ni su experiencia, ni su pasado, ni sus características psicóticas ni psicológicas, ni su expediente particular con la justicia, ni nada por el estilo, es decir, una total indiferencia por el otro. Equivocándose así, una persona con la otra. Creyendo que el señor Magdalena[64] no tenía pasado y sorprendiéndose después la gente. Por lo tanto, la indiferencia no debe asumirse como parte de nuestro comportamiento con la sociedad, y menos en el ámbito escolar.
    La tercera relación tiene que ver con el entenderse, “donde se establece un acercamiento sincero entre dos o más personas que están dispuestas a compartir ideas, ideales, criterios y formas de vida.” (Barbera, 2004, p.162), así pues, se manifiesta el respeto, se puede ver, compartir o diferir los diversos puntos de vista de cada uno, sin necesidad de imponerlos, se llega a un diálogo franco, sincero, brillando así, la grandeza de sus actores en el proceso dialéctico, dada en una sociedad, incluyéndose la relación docente-alumno, que marcaría un mejor proceso de aprendizaje significativo y valioso.
 La cuarta relación, según Barbera (2004), se enfoca desde el amarse, siendo en sí, “personal, se vive desde la intimidad, va más allá del entenderse, tiene que ver con otras dimensiones de la existencia que trasciende lo profesional, lo familiar, lo vecinal, lo establecido” (p.162), dándose el amor sin razones, a veces sin entenderse del por qué se da, simplemente se da. Así se puede hacer una analogía con respecto al proceso de enseñanza-aprendizaje, donde se aspira que “el educador ama su profesión, quiere y desea vivir para la educación, le gusta y desea estar en su lugar de trabajo, y se siente feliz cuando realiza su tarea educativa” (Barbera, 2004, p.163).
     Por último está la relación de confiarse, esta confianza, según Barbera (2004), se consolida en la “entrega de la misma intimidad, de lo oculto, de lo que solamente se guarda para nosotros, de eso que no compartimos, de nuestros secretos.” (p.163). Pero ¿hasta qué punto se puede confiar en la otra persona? Esta confianza se asemeja a la que da un niño y a su vez, la que Dios establece para con nosotros, “sólo entonces tiene sentido hablar de Humanismo.” (Barbera, 2004, p.164). Ahora bien, ¿puede confiar Dios en nosotros?


CAPÍTULO V
EL VALOR  DE LA PERSONA POR SÍ MISMA

Visión Global

     Meditemos por un instante uno de los fragmentos del célebre Nietzsche, al expresar que “no nos conocemos a nosotros mismos, nosotros los conocedores. Pero esto tiene su razón de ser. Si nunca nos hemos buscado, ¿cómo íbamos a poder encontrarnos algún día?”(2010, p.1). En contraste con lo anterior, el hombre ha venido perdiendo la brújula de su esencia, se ha buscado a sí mismo y ha eludido e ignorado a Dios, enormemente se ha hundido y arrojado al mundo, “pues el hundimiento… es inevitable” (Polo, 1994, p.213), y “su acercamiento al mundo es una incidencia masiva, algo así como un golpe imprevisible e incontrolable” (Ibíd., p.210), por consiguiente, al no buscar a Dios, se siente sub-valorado, se siente prisionero de lo que ha construido, se siente desesperado y atado a sus propias cadenas míseras. Más sin embargo, no se puede perder la esperanza. “Fijaos en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni meten en graneros, y sin embargo, vuestro Padre del cielo las sustenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?” Mt 6,26[65]. Por otra parte, recordemos: “y creó Dios al hombre a su imagen y semejanza; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” Gn1,27[66] y de esta forma, al ser imagen y semejanza del Altísimo, ¿acaso no somos valiosos?, ¿no tenemos valor por sí mismo, siendo obra original del Creador? En consecuencia, si Dios nos da un valor superior, entonces podemos llegar a estar de acuerdo con la formulación de Max Scheler, cuando señaló que “la persona es un valor por sí misma” (Vergés, 2012, p.245), integrando lo íntimo de su ser y su relación con el otro, abarcando el amor solidario hacia éstos. De ahí que, el presente capítulo, indague sobre el máximo valor de la persona: ella misma.

El valor personal

   Según Vélez (1990), señala que “los valores son aquellos aspectos que, percibidos en cosas o entidades de una u otra especie, las hacen dignas de respeto, aprecio, preferencia u otras actitudesanálogas.” (p.15). Éstos constituyen el objeto de la axiología[67], que a su vez, está enmarcada en la “rama filosófica de la que se desprende la ética, además de la estética y la filosofía de la religión” (Torres, 2010, p.39). Ahora bien, si indagamos otras concepciones del valor, encontramos en Mario Bunge, por ejemplo, una suerte de escasez, es decir, si abundan (cosas, bienes, entes), se dispara su valor; para Hodgetts y Altman, los valores representan las creencias que posee una persona sobre lo que puede considerarse como bueno o malo; para Gibson, Ivancevich y Donnelly representan las ideas de la sociedad acerca de lo que es correcto e incorrecto; para Nietzsche tendrá tres aspectos: el valor está condicionado a la vida, por ende, la vida precede al valor, sin vida se descarta todos los valores; segundo, los valores no son absolutos, son relativos y lo que alguien podría calificar de valioso, para otro no implica que refleje lo mismo y tercero, los valores están sujetos a los cambios de épocas, es decir, sujetos a un espacio-tiempo determinado. Sin embargo, todas estas concepciones, en su mayoría, apuntan hacia lo exterior de la persona y olvidan a la persona en sí misma. Es por ello que “Max Scheler no dudará en afirmar que la persona «es un valor por sí misma». Pero, ¿qué querrá expresar él con esa formulación de contenido tan denso, a nivel metodológico?” (Vergés, 2012, p.246).
    La idea de adjuntar valores a la persona es muy común, por ejemplo, los valores democráticos, la honestidad, la responsabilidad, la solidaridad, entre otros, van a cultivarse a lo largo de su existencia, pero debemos recordar que “el hombre no es sólo un sujeto de valores, en calidad de ser su protagonista nato, sino que es un valor personal” (Ibídem, p.246). Ésta idea de valor particularizadaporMax Scheler, irá de la mano con el humanismo, puesto “que coloca al hombre como centro, protagonista y razón de ser de todo proceso…como fundamento de las opciones éticas y como horizonte desde el cual se le da sentido existencial a la vida.”(Barbera, 2004, p.158). En tal sentido, dicho valor, para Max Scheler, será la punta de la pirámide de todos los valores humanos existentes, estando situado en el grado superior de su jerarquía axiológica y tal como lo explicaba Nietzsche, sin la existencia de la persona, no es posible la existencia de los demás valores. De manera semejante, Sartre afirmaba enfáticamente que “existir es estar ahí, simplemente; los existentes aparecen, se dejan encontrar, pero nunca es posible deducirlos.” (Sartre, 2003, p.109), por ello, el hombre es consecuencianatural de su actuar, de su praxis, “es lo que él hace y como tal es ambiguo: es tanto un hecho, como un valor; en él hay facticidad y trascendencia, situación y libertad” (Desiato, 1995, p.271).De ahí que Max Scheler considere que“la persona es «en cierta manera todas las cosas»(Vergés, 2012, p.246), puesto que tiene dominio sobre lo global (lotecnológico, lo político, lo industrial, lo ambiental, etcétera), sobré sí mismo (lo particular, lo personal) y sobre el resto (de las relaciones sociales, su interacción).
    El valor enfocado en la persona misma, lo sitúa Scheler “en lo más alto de la axiología” (Vergés, 2012, p.247), sin embargo, ¿cuál es el orden jerárquico de este filósofo? A este respecto, la jerarquía de valores[68] propuesta por Max Scheler presenta los valores útiles como lo atractivo, lo encantador, lo deseable, así como sus opuestos; luego vendrían los valores vitales, como la salud, la capacidad intelectual, la fortaleza muscular y sus antónimos; pasaríamos a los valores espirituales, tales como los silogísticos, los estéticos y los éticos; después estarían los valores religiosos y en la cúspide, se vería pues, el valor de la persona en sí misma. Esto último, ….
    Ahora bien, el valor en sí mismo como persona no se estanca, es progresivo, se desarrolla con el tiempo, con las experiencias del exterior (amistades, contorno social, vivencias, sucesos impactantes o emocionales, educacionales, entre otros) y los capta, tanto en su forma de aprehensión (lo adquirido), como en su forma de formación significante[69] (lo aplicable, lo utilizable, lo aprendido), siendo estos integrados, internalizados, evaluados y que de acuerdo a sus principios éticos, los emplazaa su praxis existencial, es decir, a su vida. Este desarrollo progresivo está relacionado con la individualidad de la persona, su inmanencia y su relación con las otras personas, con lo sociable, para complementarse armónicamente (tanto lo individual como lo colectivo), puesnadie puede progresar misantrópicamente, sin la ayuda del otro.
    Por otra parte, cada persona debe tener una identidad, pero apelando con sumo detalle y cuidado a su personalidad, por ello “es menester que no se enrosque en sí misma, a semejanza del pez que se muerde su propia cola” (Vergés, 2012, p.251). Esta identidad se refleja en la concurrencia activa, en su protagonismo, en su praxis, es decir, el valor de la identidad, es la expresión continua de la experiencia vivida por ella misma y esta a su vez, necesita comunicarse con la sociedad, para entablar una nueva dimensión en el valor personal: la intersubjetividad comunicativa.
    Sabemos que el hombre es un ser social, por lo tanto, se desenvuelve en una comunidad, habita y convive en ella, presencia cómo influye esta en él y viceversa, evidenciando con ello, la causa y el efecto natural del orden social, pues una sociedad no se hace sola, la hacen las personas, ejemplo de esto, lo podemos detallar en los Thenardier,[70]de quienes se le podría catalogar de miserables, pero a su vez, la sociedad francesa es la que se alimenta de ellos y multiplica el efecto de las causas producidaspor cada personaje de la trama, haciendo de esto, un círculo vicioso. De ahí que cualquier sociedad sea la suma individual de valor personal de toda su gente. Ahora bien, podríamos preguntarnos reflexivamente “¿Por qué Max Scheler echa mano diversas expresiones para plasmar en ellas el progreso del valor interpersonal? Sobresalen sobre todo la «comunidad», la «sociedad», la «persona total» y «las personas valiosas»(Vergés, 2012, p.254). Como hemos visto, la respuesta se proyecta en dos columnas, las cuales se apoya el valor personal: lo relacional (lo social) y la intercomunicación (lo individual).

El amor como valor primordial

   El amor “es querer el bien, sea para uno mismo, sea para los demás” (Vergés, 2012, p.255), esta afirmación se explica en el sentido de que el bien es un valor universal y constituye uno de los fines del hombre, pero vale la pena detenernos un poco.Max Scheler criticó el formalismo expuesto en la ética de Kant, proponiendo una ética material objetiva, pues afirmaba que existen los valores universales (el respeto a la vida, la dignidad, la persona por sí misma) y por ende, son necesarios valorarlos; además propondrá una polarización de valores, organizándolos en su tesis y antítesis (positivos o negativos, que en nuestro lenguaje contemporáneo, serían exhibidos como valores y anti-valores), además propondrá una jerarquía valorativa, en forma piramidal y ascendiendo desde la base en forma escalonada, se hospedan en cuatro categorías: los sensitivos o seductivos (lo agradable); los vitales (la salud); los espirituales divididos en tres sub-categorías, lo estética (la belleza), lo jurídica (lo legal) y lo intelectual (el conocimiento); por último, estarán los valores religiosos y cuya punta está la valoración de la persona por sí misma. Sin embargo, hay que tomar en cuenta de que Scheler se alejó del Catolicismo, llegando abrazar ideas panteístas, evidenciadas en su libro[71], “el Ser primordial adquiere conciencia de sí mismo en el hombre, en el mismo acto en que el hombre se contempla fundado en Él…es una consecuencia del intento de llevarla a cabo…de contribuir a engendrar el “Dios”” (Scheler, 2003, p.48). A este respecto, señala López (2013), haciendo referencia a Wojtyla:
“Si bien una de las conclusiones, sino las más importante a las que llega Karol Wojtyla en su tesis doctoral en Filosofía, publicada bajo el nombre de Max Scheler y la ética cristina[72] (1980), corresponde a la afirmación de que el sistema ético de Scheler no es válido para interpretar una ética objetivista como la cristiana (1980, p.105)[73]” (p.143).
   Hay que tener cuidado al leer a Max Scheler[74], pues “Scheler loaba la ética de Nicolai Hartman por sacar las consecuencias de la frase de Nietzsche: “Dios ha muerto” y de su concepto de superhombre, en especial, en lo relacionado con la responsabilidad humana” (Pachón, 2008, p.162).Además, el sistema Scheler, no se admite valores éticos o morales y “precisamente por esto tenemos un fuerte fundamento para afirmar que, en las fuentes reveladas de la ética cristiana, los valores morales son definidos como objetivos” (Rodríguez, 1982, p. 907), entonces, volvamos al amor. Podríamos preguntarnos: ¿toda persona puede amar?, ¿puede o debe una persona amar a otra, más que a ella misma?, ¿hasta dónde se puede o debe entregar amor?, ¿puede o debe una persona como expresión de amor por el otro, entregar su propia vida? ¡Vaya!, todo lo que se puede aprehender y aprender de la cátedra de Formación Humano Cristiana II, se puede subscribir en la siguiente expresión: ¡Jesucristo nos dio su máximo amor!
    La trilogía scheleriana[75]estará uncida en la misma persona, en su valor y su amor, ellas son la máxima manifestación que un hombre que puede ejecutar como persona total, “ese valor del ser personal es el que preside, según la concepción scheleriana, la nueva manera de concebir la ontología de cariz personal” (Vergés, 2012, p.257).Éste amor mantiene una participación activa, va más allá de mero hecho de la contemplación, un ejemplo claro de este praxis dada con amor y valor hacia las personas, lo podemos percibir en varios pasajes bíblicos del ministerio de Jesucristo (al curar a un leproso Mt 8,1-4; al curar a paralíticos Mt 8,5-13 y también en Mt 9,1-2; al quitarle la fiebre a una mujer Mt 8,14-15; al expulsar los demonios en los enfermos Mt 8,18; al resucitar a la hija de un funcionario y de paso en su trayecto, también ayudó a una mujer que llevaba doce años con serias hemorragias Mt 9,18-26; al curar a dos ciegos Mt 20,29-34; de alimentar a un grupo elevado de personas Lc 9,10-17,entre otros ejemplos). Jesucristo no solo quedó observando la situación, sino que actuó, valorando a aquellas personas y dando testimonio de lo que es: “Yo soy testigo en mi causa y es testigo también el Padre que me envió” Jn 8,18.[76].
    Max Scheler finalmente quiso construir una filosofía antropológica en su axiología, aunque no pudo terminarla por cuestiones de salud, en donde la muerte lo sorprendió tempranamente a los 54 años, donde ya se supone que las ideas han madurado. Su “filosofía pasa de esta manera por el puente de la praxis, para alcanzar la otra orilla, en donde se halla el hombre” (Vergés, 2012, p.259). Por ende, este personalismo práctico no se queda en el pensamiento, en la reflexión, en la contemplación, sino que más bien, se sumerge en la praxis amorosamente solidaria hacia el prójimo, siendo ésta una autoexpresión del mismo y una realidad relacional con su dimensión social que lo arropa. Al cultivar y manifestar el amor solidario hacia las demás personas, estamos desarrollando a la vez, la dignidad humana y con ella si implanta una paz social, este último valor (la paz), “produce como primer fruto la convivencia entre las personas, que es el fin inseparable del amor solidario” (Ibídem, 2012, p.263). Este amor solidario en el sistema de Scheler debe ir acompañado de un conocimiento, es decir, el conocimiento del amor. Saber y entender el porqué se ama a la otra persona es de vital importancia, ahora bien, Dios tiene ese conocimiento y entendimiento de su amor, él sabe el motivo de su amor hacia nosotros, en consecuencia y por reciprocidad Scheleriana, siguiendo su método fenomenológico, entonces nos incumbe conocer el conocimiento de su amor: Jesucristo.


CONCLUSIÓN

       En el estudio del amor en la persona, es necesario trabajar con Las Santas Escrituras, así, en el Nuevo Testamento, nos encontraremos siete Epístolas Católicas que no son adjudicadas a San Pablo, entre ellas están: la de San Santiago, la de San Judas, un par de San Pedro y un trío de San Juan. Ahora bien, nos enfocamos en la Primera Epístola de Juan, porque en ella se da un testimonio breve pero contundente de la existencia de nuestro Señor Jesucristo, pues a él (San Juan) y a los otros apóstoles que lo vieron en carne, lo oyeron, lo tocaron y estuvieron con él, les dejó una orden a cumplir: “y les dijo: ‹‹ Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. ›› Mc 16, 15[77]. No solamente ir a cada rincón del mundo, ya sea una casa humilde de un pueblo perdido, una casa en lo último de una periferia o acantilado, incluso un palafito o una choza, o debajo de un puente, y si es necesario ir al banquito o los banquitos de las plazas, donde duermen y padecen nuestros hermanos sin techo, sin comida y a veces sin ropa ni fe, se les tiene que dar a conocer la Palabra en fe y en obra, pero también se debe ir a las quintas de los afortunados en riquezas materiales, a las residencias, a las modernas casas e incluso a los palacios y a las empresas, sin descuidar que nadie se quede sin conocer a Dios. Luego, el capítulo II, trata sobre guardar y cumplir la Palabra, obrando en el amor al hermano, pues a todas estas: “Quien dice que está en la luz, pero aborrece a su hermano, sigue todavía en tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza.” 1 Jn 1, 9-10. Más adelante, en el tercer capítulo, alerta que el “pecado es rebeldía”, por lo tanto, si somos dignos hijos del Creador, no nos podemos extraviar de la verdadera y única luz y debemos definitivamente romper las cadenas del pecado. Luego, el capítulo IV, nos invita amar nuevamente a todas las personas: “Queridos, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor.” 1 Jn 4, 7-8 (Biblia de Jerusalén, 2009, p.4). ¿Qué más amor nos puede dar nuestro Padre, al darnos a su hijo para ser salvos?. Por último, el capítulo V, nos recuerda que el amar a Dios, se debe reflejar con el fiel cumplimiento de sus mandamientos.
    Pasamos entonces a la definición de amor, destacándose que nuestro Padre es amor, así, siendo amor en acción, esto nos da un motivo especial de poder ayudar al prójimo, pues el mismo Jesús ya nos instruyó con sus parábolas. Vemos (por ejemplo) cómo fue el actuar en la ayuda del Samaritano, hoy en día, podría ser una persona carente de alimentos, ropa, calzado o cualquier otro necesidad, incluso espiritual, y nuestro deber (como cristianos), es ayudar desde el amor, la solidaridad y la práctica; pues el amor a “Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios” DCE15a.[78]
    La persona es la imagen del Creador, en tanto tiene dimensiones, en consecuencia, nos encontramos con las dimensiones antropológicas del ser humano, por ello, una de las más importantes detalla que “el amor no se puede definir, solamente lo podemos describirlo. Solamente hay amor cuando dos personas se encuentran, no cuando dos cuerpos se juntan” (Albornos, 1980, p.50). Comprender ésta forma de pensar, nos induce a explorar en estas líneas cortas pero de vital importancia, su esencia. También encontraremos la libertad, pero ésta libertad no quiere decir, hacer lo que alguien desea hacer, sino más bien, hacer las cosas como se deberían hacer, respetando las leyes, las normas, las costumbres, los códigos de ética y siguiendo la palabra de Dios, pues todo tiene su tiempo. Luego tiene su historicidad, que es otra dimensión antropológica que poseemos la mayoría de las personas que han podido llegar a este mundo (pues hay otras que por diversas circunstancia no lograron nacer), es la que tiene que ver con la formación y evolución de su vida, es decir, su historia. Dicha historia no es singular, es decir, no viene aislada, viene compartida y entrelazada con otras historias, quizás con diversos matices, pero sin lugar a duda, toda historia particular viene influenciada por otras historias.
    El cuarto capítulo de la monografía nos analiza, a partir del ensayo de Barbera, las diferentes tipologías y los niveles de interacciones con las demás personas, desde lo trascendente y lo ontológico; así como las relaciones de dominio, la indiferencia, el entendimiento, el amor y la confianza, encuadradas en su estudio “fenomenológico transcendental” (Barbera, 2004, p.157) y “dentro del marco del proceso educativo”.  También afirma en su ensayo filosófico que “la esencia del hombre se concibe como en relación con el otro; es decir, no existe el hombre como individuo, sino como complementado por la presencia del otro ser humano.” (Ibídem, p.157). Ahora bien, esto denota, según lo argumentado, que nos vemos inmersos en la presencia de la reducción del aislamiento del hombre, que a su vez incide en su área de influencia o convivencia, así como en su forma existencial y del relacionarse con los otros; pues estar excluido o ser un misógino en la actual sociedad, con tendencia globalizadora, es impensable, inconcebible e inaudito.
    Finalmente, reflexionemos el siguiente pasaje bíblico: “Fijaos en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni meten en graneros, y sin embargo, vuestro Padre del cielo las sustenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?” Mt 6,26[79]. También recordemos: “y creó Dios al hombre a su imagen y semejanza; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” Gn1,27[80] y de esta forma, al ser imagen y semejanza del Altísimo, ¿acaso no somos valiosos?, ¿no tenemos valor por sí mismo, siendo obra original del Creador? En consecuencia, si Dios nos da un valor superior, entonces podemos llegar a estar de acuerdo con la formulación de Max Scheler, cuando señaló que “la persona es un valor por sí misma” (Vergés, 2012, p.245), integrando lo íntimo de su ser y su relación con el otro. Si amamos a la otra persona, entonces podemos afirmar que demostramos amar a Dios.
     
Francisco Javier Cáceres.
Julio de 2016
-Año de la Misericordia-


BIBLIOGRAFÍA


Albornoz, J. (1980). La persona humana en algunas de sus dimensiones constitutivas.
     Ánthropos, 49-60.

Álvarez, J. (2004). Concepciones sobre el valor. Tesis doctoral. Acrobat Distiller 4.0 for
    Windows. p.51.

Ausubel D. (1983) Psicología Educacional. Un punto de vista cognoscitivo. Trillas.
    México.

Barbera, G. (2004). El hombre como relación: una opción antropológica (fundamento
     filosófico para una investigación). Revista Ciencias de la Educación, 157-164.

Benedicto XVI. (2005). Carta Encíclica Deus Caritas Est. Libreria Editrice Vaticana.

Biblia de Jerusalén. (2009). Eclesiastés. Bilbao: Desclée de Brouwer S.A.

Biblia de Jerusalén. (2009). Primera epístola de San Juan. Ed. Desclée de Brouwer. S.A.

Biblia en la Versión de Reina-Valera (RVR 1995) byUnitedBibleSocieties.

Buber, Martin. (1967). El diálogo de la vida. Ed. La Salle.Illinois.

Desiato, Massimo. (1995). Lineamientos de Filosofía. Editorial Texto de la
    Universidad Católica Andrés Bello. Caracas.

Diccionario Bíblico On Line (1999). Versión actualizada 2016. Disponible en

Diccionario de la Real Academia Española On Line (2014). 23.ª edición. Madrid.
      Disponible en http://www.rae.es/

Estudio Inductivo de la Biblia, (s/f.) Curso de Teologia Oficial. Disponible en
      http://www.indubiblia.org/

Franciscus PP (2013) EVANGELII GAUDIUM, disponible en línea: Libreria Editrice
     Vaticana. Disponible en línea https://w2.vatican.va/content/francesco/es/ apost_
     exhortations /documents/papa-francesco_esort azione-ap_20131124_evangelii-
     gaudium.html

La Biblia del Peregrino. (1995). Ediciones Ega-Mensajero. Bilbao, España.

La Biblia Latinoamericana. (2005). Editorial Verbo Divino. Pamplona, España.

La Biblia, Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960.
    Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.

La Biblia, Versión de Reina-Valera (RVR 1995) by United Bible Societies.

La Santa Biblia en la versión Reina-Valera Actualizada. (2003). Editorial
     Mundo Hispano.

La Santa Biblia en la versión Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial
     Mundo Hispano.

Grondin (2004) Postura filosófica. Disponible en http://ocasion-de-filosofia.blogspot.com/

Michelle K. (2012). Un Dios que es tres veces amor. Serie de la Nueva Evangelización#4,
    Arquidiócesis de Washington, U.S.A., p. 11

Napolitano, A. (1990). El significado de ser personaTeología IUSI, 5-23.

Napolitano, A. (2002). Filosofía. 2da edición, Editorial Biosfera, Caracas, p.181-182.

Ortiz E. (2008). Los valores. AcrobatPDFMaker7.0Windows

Polo, L. (1994). La radicalidad de la personaThémata, 209-224.

Sartre, Jean P. (1940). «LA P... RESPETUOSA», Biblioteca Virtual Omegalfa, disponible
    en www.omegalfa.es

Scheler Max (2003). Karol Wojtyla y Max Scheler, visiones personalistas del Hombre y
    Axiología.  Dispinible en línea revistavirtual.ucn.edu.co/index.php/ RevistaUCN/
    article/ viewFile/451/943

Scheler Max (s/f). El puesto del hombre en el cosmos. www.jeanlauand.com/Scheler
    HombreCosmos.pdf.

Schmidt Ludwig (2012). El hombre como ser-trascendente: una perspectiva
     judeocristiana. Rev Bioet Latinoam 2012; vol 10: 53-99.

Tierno, Bernabé (1992). El libro de los valores humanos, España.

Torres, Zacarías. (2010). Introducción a la ética. Grupo Editorial Patria. México, D.F.

U.P.E.L.-U.N.A (1993). “Corrientes del Pensamiento Pedagógico”, editado por Caracas, p.47-127.

Vergés Ramírez, S. (1999). La persona es un "valor por sí misma", según Max
     Scheler.Pensamiento, 245-267.


Video 1. (2007). Orellana R.  - Yo tengo un nuevo amor. Videoclip Oficial –Disponible

Video 2. (2009). Perales J. – Amor sin límite. Disponible en
     https://www.youtube. com/watch? v=sxK3JicbEwo

Video 3. (2010). Wisin & Yandel Oye Donde Esta El Amor ft. Franco De Vita

Video 4. (2009). Juanes Odio Por Amor  Disponible en
    https://www.youtube.com/watch?v=y-XvXyrp4uU

Video 5.(2006). Mago de oz La Rosa de los Vientos. Sandrisimawow. 

Villapalos (1998). Los Valores. Editorial Gredos, Madrid.

Wojtyla, K. (1980). Max Scheler y la ética cristiana. Madrid: BAC.























[1] Mt 22, 34-40.
[2] Jn 14,15.
[3] Tomado de la versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.
[4] Ibídem.
[5] Franciscus PP (2013) EVANGELII GAUDIUM, disponible en línea: Libreria Editrice Vaticana. Disponible en línea https://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esort azione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html
[6] Gn 1,26-27.
[7]Tomado de:Biblia de Jerusalén. (2009). Primera epístola de San Juan. Ed. Desclée de Brouwer. S.A.
[8] Stgo 1, 5-6.
[9] Stgo 1, 22-27.
[10] Stgo 2, 1-11.
[11] Jud 1, 4.
[12]Tomado de La Biblia Latinoamericana. (2005). Editorial Verbo Divino. Pamplona, España.
[13] 1 Pe 5, 1-5.
[14] 2 Pe 1, 5-9.
[15] 2 Pe 2, 1-21.
[16]Tomadode La Biblia Latinoamericana. (2005). Editorial Verbo Divino. Pamplona, España.
[17] 2 Pe 3, 8-13.
[18] 2 Ju 1, 9.
[19]Tomado de La Biblia Latinoamericana. (2005). Editorial Verbo Divino. Pamplona, España.
[20]Tomado de: Biblia de Jerusalén. (2009). Primera epístola de San Juan. Ed. Desclée de Brouwer.
[21]Tomado de La Biblia Latinoamericana. (2005). Editorial Verbo Divino. Pamplona, España.
[22] A propósito de La Biblia Latinoamericana, dicha versión está dividida en el Antiguo Testamente que abarca desde la página 1 hasta la página 972 y  el Nuevo Testamento, que empieza (terminando la anterior), desde la página 1 hasta la página 438, sin incluir anexos.
[23] Tomado de: La Biblia del Peregrino. (1995). Ediciones Ega-Mensajero. Bilbao, España.
[24]Tomado de La Biblia Latinoamericana. (2005). Editorial Verbo Divino. Pamplona, España.
[25]Tomado de La Biblia Latinoamericana. (2005). Editorial Verbo Divino. Pamplona, España.
[26]Tomado de: Biblia de Jerusalén. (2009). Primera epístola de San Juan. Ed. Desclée de Brouwer.
[27]Tomado de: Biblia de Jerusalén. (2009). Primera epístola de San Juan. Ed. Desclée de Brouwer.
[28] 1 Jn 3, 4, tomado de La Biblia Latinoamericana. (2005). Editorial Verbo Divino. Pamplona, España.
[29] 1 Jn 4, 1
[30]Tomado de La Biblia Latinoamericana. (2005). Editorial Verbo Divino. Pamplona, España.
[31] Ibídem.
[32] Epístola viene de epi, que es “sobre”, y “stolon” de envio. Pero carta quedaría como intención de la mensajería. Para mayor información, consultar El arte epistolar en el Renacimiento europeo 1400-1600
de Baños Martín (2005). Publicaciones de la Universidad de Deusto. Bilbao, España. P.134
[33] 1 Jn 5, 14-15
[34]Tomado de Biblia de Jerusalén. (2009). Eclesiastés. Bilbao: Desclée de Brouwer S.A. (se incluye los tres puntos seguidos, según esta versión).
[35] Significa: Dios es Amor. Borras, Michelle K. (2012). Un Dios que es tres veces amor. Serie de la Nueva Evangelización#4, Arquidiócesis de Washington, U.S.A., p. 11.
[36] El 11 de febrero de 2013, anuncia su renuncia. La anterior dimisión fue en 1415, del Papa Gregorio XII. 
[37]Tomado de: La Biblia del Peregrino. (1995). Ediciones Ega-Mensajero. Bilbao, España.
[38] Benedicto XVI. (2005). Carta Encíclica Deus Caritas Est. Libreria Editrice Vaticana. Nota: Toda referencia DCE en la presente monografía, es de la Encíclica citada.
[39] Dt 6, 5.
[40] Tomado de: La Biblia Latinoamericana. (2005). Editorial Verbo Divino. 130º edición. Pamplona, España.
[41] Gn 28, 12
[42]Tomado de: La Biblia Latinoamericana. (2005). Editorial Verbo Divino. 130º edición. Pamplona, España.
[43] Dt 6, 4.
[44] Gn 2, 21-22
[45] Gn 2, 24.
[46] Lc 10, 25-37.
[47] 1 Jn 4, 20.
[48] Jn 14, 9-10.
[49] Gal 6, 10.
[50] Mt 4, 4.
[51]Lc 17, 7-10.
[52] 1 Jn 4, 16.
[53] Desde la perspectiva de nuestro Sumo Pontífice Benedicto XVI. Véase en Benedicto XVI. (2005). Carta Encíclica Deus Caritas Est. Libreria Editrice Vaticana, pp. 26-28.
[54] Jn 19, 25-27.
[55] Hch 1,14.
[56]Tomado de La Biblia Latinoamericana. (2005). Editorial Verbo Divino. Pamplona, España.
[57]Sartre, Jean P. (1940). «LA P... RESPETUOSA», Biblioteca Virtual Omegalfa, disponible en www.omegalfa.es
[58]Personaje de la novela: “Los Miserables” de Víctor Hugo. Fantina llega al extremo de prostituirse para levantar a su hija de la miseria.
[59]Traducción de La Santa Biblia en la versión Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano.
[60]Napolitano, A. (2002). Filosofía. 2da edición, Editorial Biosfera, Caracas, p.181-182, describe las tres regiones del ser de Sartre: la primera se refiere a “el ser en sí”(es lo que es, puro hecho, sin causa ni razón); la segunda “el ser para sí” (siendo el hombre como sujeto en su devenir); la tercera refiere “el ser para el otro” (arrojado al mundo e interactuando con él).
[61]Ingeniero, Licenciado en educación, Magister en Teología, Magister Oficial Europeo en Bioética, Doctor en Ciencias de la Vida, con saberes en la Maestría de Modificación de Conducta y Psicología cognitiva, así como estudios de Filosofía. Para contactos, puede ubicarse en lschmidt01@gmail.com.
[62] Conocida también en el argot educativo como “activismo pedagógico”, surgida en el siglo XVII y apoyadas en las ideas de Bacón, Descartes, Galileo y Newton. Para mayor información, véase “Corrientes del Pensamiento Pedagógico”, editado por U.P.E.L.-U.N.A (1993), Caracas, p.47-127.
[63]Tomado de la Biblia en la Versión de Reina-Valera (RVR 1995) by United Bible Societies.
[64] El señor Magdalena es un personaje de la novela histórica de Víctor Hugo: “Los Miserables”; dicho personaje se presenta ante la sociedad como un ser maravilloso, no conociéndose su condición de fugitivo.
[65]Tomado de: La Biblia del Peregrino. (1995). Ediciones Ega-Mensajero S.A., Bilbao, España.
[66]Ibídem.
[67] Del griego axios, valor o valioso; y logos, estudio o tratado. Tomado de Ortiz E. (2008). Los valores.
   AcrobatPDFMaker7.0Windows
[68] Álvarez, J. (2004). Concepciones sobre el valor. Tesis doctoral. Acrobat Distiller 4.0 for Windows. p.51.
[69] A propósito de las formas del aprendizaje, la escuela norteamericana señala que para lograr un aprendizaje, éste tiene que ofrecer un significado para el estudiante y lo conlleve a su praxis. Para una amplia información, véase Ausubel D. (1983) Psicología Educacional. Un punto de vista cognoscitivo. Trillas. México.
[70] Personajes de la obra de Víctor Hugo: Los miserables. Al respecto, la familia Thenardier hace cosas terribles, muy feas en la escala valorativa de Max Scheler, tanto a Cosette, a Jean Valjean, a Marius, inclusive, a sus propios integrantes familiares, a la sociedad francesa, etcétera.
[71]El puesto del hombre en el cosmos.
[72]La línea de investigación antropológica y las posiciones de Wojtyla, son en esencia: La existencia del cuerpo, el concepción de la verdad, la relación respectiva entre la persona y su praxis, la libertad y la noción de responsabilidad, acompañadas por la posición de Max Scheler, aplicadas en la filosofía de Aristóteles y Santo Tomás.
[73]Wojtyla, K. (1980). Max Scheler y la ética cristiana. Madrid: BAC.
[74] En el libro La idea del hombre y la historia, se nota un panteísmo místico.
[75] Expresión de Chang Valeur.
[76]Tomado de: La Biblia del Peregrino. (1995). Ediciones Ega-Mensajero S.A., Bilbao, España.
[77]Tomado de La Biblia Latinoamericana. (2005). Editorial Verbo Divino. Pamplona, España.
[78] Benedicto XVI. (2005). Carta Encíclica Deus Caritas Est. Libreria Editrice Vaticana.
[79]Tomado de: La Biblia del Peregrino. (1995). Ediciones Ega-Mensajero S.A., Bilbao, España.
[80]Ibídem.